Por: Representante Juan Pablo Celis

En un país donde los defensores de la “paz” se rasgan las vestiduras hablando de perdón para secuestradores de inocentes, autores de ataques terroristas y productores mundiales de cocaína, cuando la pelota está del lado de Álvaro Uribe la justicia se vuelve más estricta.

La Corte Suprema de Justicia recientemente negó la nulidad de la investigación contra Uribe por utilización de pruebas viciadas, chuzadas “por error” y audios manipulados, en una demanda en su contra impuesta por Iván Cepeda. Adicional a ello, llamó a indagatoria al expresidente para que diera explicaciones sobre el contenido de dichas pruebas el próximo 8 de octubre. Como lo ha repetido Uribe en varias ocasiones, asistirá al llamado de la Corte con el aplomo y disposición que una conciencia tranquila permite.

Lo importante de resaltar ante esta situación sería lo inaudito de que solo un sector ideológico (la izquierda) se declarara víctima de persecución política en nuestro país. Es una paradoja que cuando se hacen señalamientos de interceptaciones a funcionarios públicos durante el gobierno Uribe se llamen chuzadas ilegales, pero cuando al senador Uribe le interceptan su teléfono “por error” se llamen pruebas dentro del debido proceso. Es lamentable, que esta Corte, precisamente encargada de velar por los derechos de los colombianos, esté propiciando estas acciones en plena campaña electoral.

Con noticias como esta, la izquierda aprovecha para producir un eco de que todo el Centro Democrático es paramilitar en plena campaña de alcaldías y gobernaciones. ¿Coincidencia? no creo, y lo más ácido del tema es que los enemigos del uribismo manchan la cara de su adversario con grabaciones manipuladas que se alejan de ser pruebas serias para un proceso judicial.

En plena campaña electoral, ataques de esta forma al Centro Democrático que, como pocos partidos, tiene millones de votos de opinión es una clara muestra de que lo que buscan es favorecer el clientelismo y la compra venta de votos de los otros partidos. Pero lo más preocupante es que la cabeza de la rama judicial, en nombre del Estado, se preste para favorecer los intereses de la corrupción y de quienes no son demócratas. Lo anterior, al servicio de quienes les gusta estar por encima de la voluntad de los ciudadanos y quieren imponer su propia visión de país.

Entonces, ¿no se podría decir que el uribismo ha sido víctima de persecución política cuando se han judicializado a sus exministros, y al mismo expresidente? La categoría de víctima le cabe a muchos  en diferentes sectores ideológicos. Por ende, mi intención no es radicalizar el discurso, entiendo el ejercicio de la política democrática como un escenario donde las posiciones son dinámicas y todos los sectores tienen derecho a participar. No obstante, cuando es a nosotros a quienes nos toca vivir el sesgo de una justicia politizada, de un discurso adversario que aprovecha el linchamiento moral para atacarnos es plena campaña, nosotros también tenemos derecho a decir que somos víctimas.

El Centro Democrático y su fundador Álvaro Uribe darán la batalla ante la Corte, con algo que nuestros adversarios envidian: el apoyo de corazón de millones de Colombianos y la conciencia tranquila.