Ya es hora de que haya castigos severos para los delincuentes que se ensañan contra nuestra niñez.
Por: RUBY CHAGÜI
Lo más sagrado de una sociedad son sus niños. Ellos son el futuro y lo único que deben despertar es ternura y amor.
Lo anterior puede sonar a frases de cajón, a un eslogan de comercial de televisión o un ‘cover’, pero –desafortunadamente– en este grave deterioro que sufre nuestra sociedad, no está de más recordarlas.
Es triste, genera impotencia y rabia ver que cada día hay noticias sobre maltratos, violaciones, asesinatos y todo tipo de aberraciones en contra de los niños, y más tristeza da que la sociedad no se inmute ni ponga su grito al cielo, porque pareciera que perdimos la capacidad de asombro que, precisamente, es lo que más caracteriza a los infantes.
Cuando se es madre, como afortunadamente lo soy, las noticias de cada niño maltratado, abusado y asesinado me atraviesan el corazón. Casos como el de Yuliana Samboní y Génesis Rúa me hacen replantear la sociedad en que vivimos y la que les estamos dejando a las futuras generaciones.
Es increíble que las estadísticas digan que en lo corrido de este año se han registrado un poco más de 17.000 casos y que solo en Bogotá, la cifra supera los 1.100.
No voy a reseñar las barbaridades que se han cometido contra nuestros niños, pero lo que sí tengo que decir es que cada caso es peor, por lo que en este momento advierto que hay que hacer algo y que la justicia debe actuar.
Es increíble que las estadísticas digan que en lo corrido de este año se han registrado un poco más de 17.000 casos y que solo en Bogotá, la cifra supera los 1.100.
Si nos remontamos al año anterior, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) adelantó 11.380 procesos administrativos para restablecer los derechos de los niños y adolescentes víctimas de abuso sexual, mientras que por maltrato (físico, psicológico y por negligencia) hubo 10.858 casos.
Según la misma entidad, hubo 65 casos por día de algún tipo de violencia contra los niños.
Este panorama obliga a que se tomen medidas contra quienes cometen estos delitos, que en actos depravados y con todo tipo de vejámenes no les temen a las condenas porque, sinceramente, son demasiado endebles para el daño que causan.
El gobierno del presidente Iván Duque ya anunció que, ya sea por proyecto de ley o por referendo, va a buscar implementar la cadena perpetua para los abusadores, violadores y asesinos de niños.
Aplaudo de pie y apoyo con toda mi humanidad esa propuesta porque ya es hora de que haya castigos ejemplares y severos contra estos delincuentes que se ensañan contra nuestra niñez y se pasean orondos hablando de sus ‘odiseas’ o se muestran arrepentidos y con cara de ‘yo no fui’, como lo hace el violador en serie Luis Alfredo Garavito.
Colombia tiene hoy que despertar, indignarse y no dejar pasar un solo caso más, porque en las familias tienen el pensamiento de que eso les pasa a los demás, pero nunca va a tocar su puerta. Más equivocados no pueden estar; un caso de estos –Dios no quiera– le puede pasar a usted, y su dolor no va a ser una pena corta, sino perpetua.
Bien lo dijo el expresidente Álvaro Uribe, si hoy no se aplica la cadena perpetua, mañana la sociedad pedirá la pena de muerte.
Así, lo único que se puede decir para concluir es que no cabe la compasión con un abusador, violador o asesino de un niño.