El Centro Democrático, con el debido respeto que merecen las instituciones y la administración de justicia de nuestro país, expresa su grave preocupación ante las diferentes versiones de prensa que avisan la inminente decisión que la sala de instrucción de la Corte Suprema de Justicia se aprestaría a tomar contra el señor expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Desde que el péndulo de la seguridad ciudadana empezó a moverse a favor de las instituciones, durante el mandato de la Seguridad Democrática, distintos elementos asociados a la izquierda armada comenzaron a tejer un imaginario criminal desde el cual fueron preconstituyendo la apariencia de una verdad, ficticiamente incriminante, para deformar -en la percepción pública- la conducta institucional y privada de quien ha observado una vida intachable. Haber cumplido respetuosamente los llamados que le ha hecho la justicia es la mayor prueba de su talante democrático.

El esfuerzo asiduo de la propaganda antiuribista, esparcida por redes sociales y medios convencionales, surgió como una reacción cuidadosamente articulada y se concentró en la táctica de conseguir la aniquilación reputacional paulatina, tanto de la obra de Álvaro Uribe, como de su persona, categorizando esos dos propósitos como objetivos estratégicos de la izquierda radical internacional.

No obstante, hay una enorme distancia entre el esfuerzo político por desprestigiar el avance de la Colombia dirigida por Uribe y la imputación en estrados de un hombre de semejante dimensión histórica, cuyo legado tantos colombianos consideramos un patrimonio irrenunciable.

Una decisión contra la honra de Álvaro Uribe Vélez, sin la solidez absoluta de un acervo probatorio incontrovertible, nos empujaría hacia una inédita paradoja de la historia: Los delincuentes que arrasaron la paz nacional y llenaron de lágrimas nuestros hogares, sentados en el congreso, y el hombre que rescató la nación y sacó a Colombia de la oscuridad, pagando un precio insólito por vencerlos.