En relación con la comunicación emitida por el Movimiento Defendamos La Paz, el Centro Democrático recibe con extrañeza las acusaciones sobre la supuesta interferencia para afectar el proceso de la Corte. Nada más alejado de la realidad. Este Partido ha luchado siempre justamente por el respeto a las instituciones como base esencial de orden y convivencia. Dentro de ese contexto, la justicia resulta elemento esencial, al igual que la verdad.

Es nuestra responsabilidad mostrarle al país la gravedad de la situación, que hoy tiene la posibilidad de acompañarse de las pruebas necesarias.  Hemos sido víctimas de ataques constantes y campañas de desprestigio por parte de actores de la política que impulsan el proyecto político de las Farc en nombre de unas falsas promesas de paz consignadas en los acuerdos de La Habana.

Frente a la situación del expresidente Álvaro Uribe, es necesario hacer honor a la verdad y a las pruebas, como ya lo conoce la opinión pública a través de las declaraciones de testigos, abogados, expertos y el propio expresidente. Dentro de ese proceso, la Sala de instrucción de la Corte ha violado ocho garantías procesales del expresidente, no le han dado la posibilidad de que rinda versión libre e incluso, rechaza pruebas de descargo que son claves en la defensa de su inocencia. Lo privan de la libertad para su defensa como si en vez de ser una excepción, fuera la regla general. Es claro que como partido debemos señalar esas irregularidades, ¿o acaso en eso no consiste la democracia?

El expresidente Uribe siempre se presentó a la Corte con toda disposición cuando fue solicitado. Siempre se ha desempeñado de manera honorable y jamás podría considerarse un peligro social. Como si no fuera suficiente, continuamente se producen filtraciones fragmentarias del proceso, que parecieran favorecer la conveniencia política de personas que tienen intereses electorales en el 2022.

La majestad y el respeto institucional se construyen a través de la mezcla de transparencia, respeto por los derechos, presunción de la inocencia, pero, ante todo, de la certeza que debe revestir cualquier acto absolutamente alejado de un interés diferente al de administrar justicia.

La PAZ solo la lograremos cuando las estrategias descansen en las propuestas de visión de país, en modelos de desarrollo para los más necesitados, en seguridad democrática y no en falacias e injusticias para sacar del camino a quienes han luchado y permitido que Colombia sea más democrática, justa y segura.

Varias veces la historia del país, ha sido herida por momentos de injusticia, este es uno de ellos. Cuando más que siempre la justicia debe ser un bien del pueblo, no de unos pocos. La justicia debe obedecer a la verdad y no a falacias infundadas, la justicia debe respetar la presunción de inocencia, hasta que se compruebe lo contrario.

Hoy algunos parecen olvidar las reglas básicas sobre las cuales se fundamenta la democracia, interfiriendo en la justicia, señalando, acusando e incluso juzgando. El Centro Democrático, no le hará juego a esos intereses, pues nuestro único objetivo es que la verdad prevalezca como un bien común. Y si ello no sucede, lo seguiremos señalando por el bien supremo de Colombia.

 

Bogotá, 21 de agosto de 2020.