Por: Miguel Ceballos

Publicado por: Revista Semana

Al despertar del lunes 18 de junio los colombianos sabremos quién será el nuevo presidente de la República. Un día después de las votaciones no habrá marcha atrás, cada uno seremos responsables por nuestro voto.

Como regla general, en época de elecciones los votantes focalizan toda su atención en las razones que sustentan su decisión de  votar por uno u otro de los candidatos, sin detenerse en el análisis de lo que sucederá el día siguiente al cual depositaron su voto. Aunque todos somos conscientes que el lunes 18 de junio tendremos que levantarnos a trabajar, a estudiar, y a seguir nuestra vida cotidiana, en esta ocasión ese “día después” tiene un especial peso simbólico,  pues por primera vez en la etapa posterior a la constitución de 1991, una de las opciones que llega a la segunda vuelta propone un modelo económico y de Estado, que de implementarse en la forma como el candidato Gustavo Petro lo presentó originalmente durante meses, cambiará para siempre la Colombia en la que hoy vivimos.
A pesar que Petro ha querido suavizar la radicalidad de su programa de gobierno, tratando de moderar su discurso, llegando incluso a prometerle a Mockus que se portará bien y que no será autoritario, que no expropiará, y que no dará un golpe de estado al poder legislativo y judicial, lo cierto es que al revisar dicho programa de gobierno en la página oficial de su campaña en internet, ni un sola letra ha sido modificada. Qué bueno hubiera sido que Claudia López y Mockus hubiesen incluido en las tablas que le hicieron firmar a Petro, la modificación del programa político de la Colombia Humana, para “democratizarlo” y adaptarlo al Estado de Derecho.
Es claro que si Petro no modificó una letra de su programa publicado hace meses en su página Web, difícilmente mantendrá intactas las famosas tablas en las que se plasmaron sus compromisos con los ingenuos “verdes”. De ganar la elecciones,  en su terquedad de seguir imitando a Moisés, el “día después”, por motivos distintos a la venerable figura Bíblica, Petro puede terminar “rompiendo las tablas”, para que ya nada lo detenga en su empeño por gobernar Colombia a su capricho.
Prefiero pensar en un “día después” en el cual nuestra democracia esté sustentada en el respeto a la Constitución y  no en un par de “tablas” firmadas por cuatro personas con ímpetus mesiánicos.
Prefiero pensar en levantarme el lunes 18 de junio con la seguridad de contar con un presidente que cumpla con la Constitución y las leyes construidas en democracia, que respete la libertad de expresión y no cierre o compre los medios de comunicación.
Prefiero un lunes en el que  se respetará la propiedad privada y en el que las acciones de las principales empresas del país no se desplomarán en la bolsa de valores, en el que la economía no se desquiciará  por el natural temor que generaría el triunfo de un candidato que no ha ocultado su interés por “revolcar” la economía, bajo el falso concepto de que “la riqueza es de quién la necesita y no de quien la crea”, olvidando que todos y cada uno de los colombianos generamos la riqueza de Colombia con nuestro esfuerzo y trabajo.

Prefiero un “día después”, en el que renazca la esperanza de la unidad entre los colombianos y no la división de clases que lleva al discurso del odio social. Un día después en el que pasemos de la retórica de un proceso de paz fallido, a un gran pacto nacional de reconstrucción de la Nación, sin campo para la corrupción y el  narcotráfico, cuyo garante sea una Fuerza Pública respetada, valorada y no puesta en el lugar de “ciudadanos de segunda”, como lo insinuara Petro.
Un “día después”, en el que la salud no esté manejada por un súper poder estatal centralizado, que privilegie a los “amigos del régimen” para conseguir una cita médica o un medicamento.
No quiero para mi familia ni para los niños de Colombia, que el “día después”, empecemos a recibir cartas de los colegios y universidades en las que se nos notifique cuales serán la nuevas cátedras obligatorias impuestas por el Estado para educar las nuevas generaciones en la ideología del “régimen”.
Temo a que el “día después” sea aquel en el cual se revoque el recientemente elegido Congreso de la República, para reemplazarlo por una Asamblea Constituyente destinada a amarrar las mayorías legislativas que no se ganaron en las urnas.
Sueño, anhelo y espero un “día después” en el que los colombianos no nos levantemos con miedo  y podamos decir a quienes amamos, que Colombia no está en riesgo de caer en el abismo, que habrá paz para los niños, los jóvenes, los adultos y nuestros viejos, por qué fueron elegidos un hombre y una mujer que respetarán el Estado de Derecho y no descansarán en su empeño por que Colombia continúe siendo una Democracia.
Votaré por Iván Duque y Marta Lucía Ramirez, seguro de que con ellos nuestro país tendrá el mejor “día después” de la historia de Colombia.
@ceballosarevalo