José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
Iván Duque propone un “Pacto por Colombia”, que recibió el favor de las mayorías en primera vuelta y continúa sumando apoyos, entre ellos el del Consejo Gremial Nacional. Es una propuesta que emula al Acuerdo sobre lo fundamental de quien fuera su maestro: Álvaro Gómez Hurtado.
Si el Acuerdo de Gómez convocaba a la unión para “entendernos con todos los colombianos”, el Pacto de Duque invita a superar debates estériles y acometer la cruzada por la LEGALIDAD, el EMPRENDIMIENTO y la EQUIDAD.
El Pacto por Colombia invoca a la ESPERANZA para construir entre todos el futuro; una reedición del llamado de Gómez a la “Salvación Nacional”, a superar “El desfallecimiento frente a la decadencia de los valores…, la falta de iniciativas restauradoras, la resignación,…”. Álvaro Gómez era enemigo del determinismo de que “somos así” o “estamos condenados”. Como Iván Duque, era un realista-optimista promotor de una “Política de la Esperanza” orientada a la juventud.
Hay que dignificar la política, que “es la forma como se cuida de la patria”, decía Álvaro. Hay que reinstaurar el imperio de la Ley, como principio de la convivencia y la autoridad del Estado. Hay que repensar la justicia para devolverle su majestad y su condición de derecho fundamental y servicio público. Tiene que poderse.
Hay que aliviar tributos a las empresas, para generar más y mejor empleo. Tiene que poderse, aun en contra de gurús reacios al cambio. Por ello, Gómez invitaba a “erguirnos como país dispuesto a correr riesgos…”. Hay que promover el emprendimiento creativo y el resurgir del campo; y garantizar salud y educación como cimientos de equidad. Tiene que poderse.
La fórmula Duque – Ramírez, más que ninguna, tenía derecho a hacer suyo el Acuerdo sobre lo fundamental, pero aunque las ideas no tienen marca registrada, sí exigen respeto y, por ello, propusieron el Pacto por Colombia.
No pensó lo mismo Gustavo Petro, quien, pretendiendo vestirse de estadista y demócrata, se atrevió a “robarse” y a llenar de populismo uno de los conceptos políticos de mayor vigencia en nuestra historia política: el “Acuerdo sobre lo fundamental” para “…volver a gobernar bien a Colombia”.
Es una estrategia cínica, viniendo de quien pertenecía al grupo guerrillero M-19, que secuestró a Álvaro Gómez en 1988, siguiendo el patrón de hablar de paz y doblegar gobiernos para lograr impunidad y condiciones favorables de reinserción. En marzo de 1990 lo lograron, de manos de un gobierno agónico y afanoso de resultados. Siempre es que la historia se repite.
Poco o nada en el programa de Petro convoca a un Acuerdo sobre lo fundamental, comenzando porque lo fundamental es la unión a partir del respeto a la diferencia, que no los llamados al odio y la lucha de clases.
Todo en el Pacto de Duque invita a la unión para salvar a Colombia. Tiene que poderse…