Por Enrique Cabrales Baquero
Representante a la Cámara
Partido Centro Democrático
@kikecabralesCD
La unión hace la fuerza. Esta frase, quizás, suene trillada y desgastada, pero no se puede negar que es una máxima que tiene una alta carga de realidad, en la medida en que está demostrado que cuando se aúnan fuerzas las cargas son menos pesadas.
Lo anterior se aplica en todos los frentes de la sociedad y más cuando se trata de la asociación de zonas en común para crear regiones o áreas metropolitanas. Eso, de por sí, no es novedoso y es una realidad que vemos en Colombia con el caso de Medellín y, en el ámbito internacional, con la Unión Europea.
En estos momentos, Bogotá y Cundinamarca carecen de un Plan de Ordenamiento Territorial (POT), del que se ha dicho permitiría la articulación de la capital del país con los municipios vecinos para la creación de un área metropolitana que permita el crecimiento homogéneo de esta región.
La misma Constitución de 1991 abrió el camino para que Bogotá se alíe con los municipios de la sabana para crear una subregión.
De hecho, el artículo 325 de la Carta Magna reza: “Con el fin de garantizar la ejecución de planes y programas de desarrollo integral y la prestación oportuna y eficiente de los servicios a su cargo, dentro de las condiciones que fijen la Constitución y la ley, el Distrito Capital podrá conformar un área metropolitana con los municipios circunvecinos y una región con otras entidades territoriales de carácter departamental”.
Esto es fundamental, ya que si esto funcionó en Medellín, entonces ¿por qué en Bogotá no somos capaces de hacerlo?
Hay que recordar que cuando hubo inseguridad jurídica con el POT, muchos inversionistas salieron a Chía, Soacha y Mosquera, comenzaron a construir y muchos de esos recursos -que eran para Bogotá- se fueron para la región.
Ahora, si analizamos, de conformarse esta área metropolitana sería la más fuerte, no solo del país sino una de las más grandes de Suramérica, debido a que estamos hablando de la integración de Bogotá –como eje- unido con los municipios de Bojacá, Cajicá, Chía, Cogua, Cota, El Rosal, Facatativá, Funza, Gachancipá, La Calera, Madrid, Mosquera, Nemocón, Soacha, Sibaté, Sopó, Subachoque, Tabio, Tenjo, Tocancipá y Zipaquirá. Esto determinaría una población que supera las 10 millones de personas y que redundaría directamente en un crecimiento administrativo, económico y social de esta zona.
Este panorama solo avizora beneficios para Bogotá y los municipios aledaños, debido a que el panorama actual no es el mejor.
El último informe del Observatorio Sabana Centro Cómo Vamos y que focalizó el estudio en los municipios de Cajicá, Chía, Cota, Cogua, Nemocón, Gachancipá, Sopó, Tabio, Tenjo, Tocancipá y Zipaquirá, encontró que los tiempos de desplazamiento que requiere una persona para llegar a la capital del país, el 46,9 % de los encuestados manifestaron que invertían más de 90 minutos en cada desplazamiento; el 28,8 %, entre 60 y 90 minutos; el 15,5 %, entre 30 y 60 minutos; el 5,6 %, entre 15 y 30 minutos, y apenas el 3,2 %, dijo que llegaba al Distrito en menos de 15 minutos.
Es increíble que una persona que vive en estos municipios y trabaja en la capital dure hora y media en llegar a la ciudad, cuando la solución básica es la unidad de la región que, de inmediato, impulsaría, o mejor, aceleraría el tren de cercanías que beneficiaría a toda esta población y, de paso, serviría para descongestionar la ciudad, porque bajaría sustancialmente el nivel de automóviles que ingresan a la ciudad provenientes de estos municipios.
Sumado a esto, habría un crecimiento económico, porque una región asociada puede producir más y mejores productos para el consumo interno y la exportación, lo que determinaría que habría más recursos para la inversión y el mejoramiento de la infraestructura.
Así las cosas y para no extenderme más, sin duda alguna, son muchos los beneficios que trae consigo esta asociación estratégica y, por eso, he invitado a las bancadas de Cundinamarca y Bogotá en la Cámara de Representantes, a los concejales y diputados a que trabajemos juntos en este propósito y que logremos consolidar un área que beneficiará a Bogotá, sus municipios aledaños y al departamento en general.
En últimas, no hay que temerle al área metropolitana.