José Félix Lafaurie Rivera 
@jflafaurie
Se acaba 2018 y, al son de los villancicos, el Gobierno no escapa al ojo crítico de los balances decembrinos, alimentados por la realidad recortada de los medios y formadores de opinión.
Para mí, el balance del gobierno Duque es prometedor, aunque este país veleidoso no refleje lo mismo en las encuestas, movido por una izquierda arrogante que busca “movilizarlo” y por el hambre burocrática de algunos sectores. Mi evaluación obedece a una razón hoy escasa: LA COHERENCIA frente a lo prometido
El país estaba acostumbrado al pulso entre poderes para negociar apoyos por prebendas; al pago de favores con las instituciones y los bienes del Estado; a la gobernabilidad por complicidad en el negocio sucio de la mermelada.
Hoy vuelve a la colaboración armónica y al respeto entre poderes; hoy las instituciones vuelven a ser de los colombianos; ya no Fonade de “los ñoños”, el SENA de los Verdes, Planeación de unos y Agricultura de otros. Hoy los contratos de alimentación no son recurso de campaña ni de enriquecimiento.
Pero el cambio se enfrenta a la mezquindad de los interesados en deslegitimar. La Ley de Financiamiento es un ejemplo.  El gobierno presentó un proyecto, como corresponde, para que el Congreso hiciera lo que le corresponde: debatirlo en democracia. Nunca antes se habían discutido tantas propuestas, y aunque con menos recursos, la de Financiamiento es un ejemplo de lo que debe ser una ley.
Pero claro; venimos de la mermelada y el fast track. Claro que repartiendo ministerios  y contratos el Gobierno habría sacado avante su proyecto, pero a costa de la transparencia. Entonces el aporte de todos los sectores es calificado de “Frankestein”, y la ausencia de mermelada de “falta de liderazgo” del presidente y sus ministros.
Si la reforma a la justicia se cayó por enésima vez, es porque a la ministra del ramo le faltó “liderazgo” con las Cortes y a la del Interior “manejo” con el Congreso.  Falso. Se cayó porque la justicia no ha mostrado voluntad de transformarse y, entonces, como el cambio apenas comienza, en el Congreso se recortó el proyecto sin presentar alternativas y se bloqueó su aprobación. Ojalá hubiera tenido las propuestas y el debate de la Ley de Financiamiento.
Esta sociedad está enferma y el tratamiento empieza con el ejemplo. Si Duque mantiene su talante, de no ceder a la mafia de la mermelada, de colaboración antes que “manejo”, de respeto a la oposición y a la protesta, de firmeza contra la corrupción y la violencia, su gobierno será histórico y este país veleidoso, comenzando por los medios, terminará valorando esa “revolución ética”. De lo contrario, si triunfan quienes le apuestan al fracaso del gobierno, a la polarización y al populismo, el país entrará en un callejón sin salida frente a 2022. No olvidemos nunca el vecindario.
Nota bene. Navidad en paz para la familia colombiana.