El 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, el presidente Gustavo Petro se apropió de esta manifestación, politizándola y utilizándola para demostrar que no ha perdido el apoyo en las calles. En medio de arengas, aplausos y banderas del M-19, la Plaza de Bolívar fue el escenario.
Durante el evento de los trabajadores, el mandatario lanzó un discurso cargado de odio, agresividad y odio de clases, como siempre, y anunció que, a partir del 2 de mayo, Colombia rompería relaciones diplomáticas con Israel.
Desde 1949, cuando Colombia reconoció a Israel como Estado, y especialmente desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1957, ha sido una relación fraterna y de gran importancia, especialmente para nuestro país. Hemos suscrito instrumentos y acuerdos en materia económica y de seguridad. Se destacan el Convenio Marco de Intercambio Cultural, firmado el 11 de junio de 1962; el Convenio General de Cooperación Técnica, del 15 de enero de 1965; el Convenio Comercial, del 18 de diciembre de 1967; el Convenio Comercial y de Cooperación Económica, del 22 de septiembre de 1986; y el Memorando de Entendimiento para el establecimiento de Consultas Bilaterales entre el Ministerio de Relaciones Exteriores del Gobierno de Colombia y el Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado de Israel, firmado el 28 de julio de 2009, con el fin de profundizar y dinamizar el diálogo político entre los dos países en materia de política regional.
La decisión del presidente Petro sorprendió a todo el país y sirvió de alimento para que las hordas radicales reaccionaran, abriendo una puerta muy peligrosa en materia de relaciones exteriores.
Petro olvida que el país tiene relaciones de Estado que no pueden ser alteradas por el gobierno de turno.
Este fue un anuncio medido y calculado, que desconoce incluso la Constitución y la Ley al no citar las reuniones informativas de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, establecidas en el artículo 68 de la ley 5 de 1993.
En campaña presidencial, vimos a un Gustavo Petro muy cercano a la comunidad judía que vive en nuestro país, pero en el anuncio señaló a su presidente de genocida. Sin duda, Colombia quedó muy mal posicionado a nivel internacional por esta decisión, más aún, cuando el grupo terrorista Hamás manifestó públicamente su agrado por el anuncio.
Es lamentable que estemos gobernados por un presidente que se hace llamar el líder de la Paz Total, mientras que la seguridad se debilita rápidamente, asesinan a nuestros soldados a sangre fría y van más de 470 líderes sociales asesinados.
Es urgente una solución estructural al conflicto histórico entre Palestina e Israel en la construcción de dos Estados, como lo estableció el acuerdo de Oslo. Pero no se puede poner en riesgo la economía y la seguridad nacional de Colombia. Esta decisión genera efectos negativos en nuestra economía, en materia de exportaciones: 1.000 millones de dólares de la industria y agroindustria, y en importaciones, más de 60 millones en sectores de la tecnología, servicios basados en el conocimiento, emprendimiento, farmacia y ciberseguridad. Entre 2021 y 2022, las exportaciones de Colombia hacia Israel aumentaron en un 237%, mientras que entre 2022 y 2023, las exportaciones cayeron en un 54%. Productos del sector minero-energético, como las hullas y las piedras preciosas, representaron más de tres cuartas partes de las exportaciones totales.
La relación de nuestro país con Israel ha sido de gana-gana. Desde el Congreso de la República nos queda la herramienta del control político para evidenciar los efectos de esta mala decisión y prender alertas sobre las consecuencias que, en materia de seguridad y economía, se puedan presentar en el país.
Petro haría mejor si trata de gobernar su país, en cambio de estar metido en asuntos de países que deben buscar cómo resolver sus problemas.
Bastante hay por hacer en Colombia.