Por: Margarita Restrepo
 
Después de oír la estupenda intervención del presidente Iván Duque en su primera participación ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y de registrar el resultado de su intensa agenda de reuniones bilaterales con otros jefes de Estado, podemos concluir -con orgullo patrio- que volvimos a tener gobierno.
Colombia pasó la vergonzosa página de tener a un Presidente que se declaraba nuevo mejor amigo de los dictadores venezolanos. Ahora, gracias al presidente Duque y a nuestro canciller, Carlos Holmes Trujillo, nuestro país es uno de los líderes más activos en la búsqueda de una solución que le devuelva la democracia y la libertad al pueblo venezolano, oprimido por la tiranía violenta de Maduro, persona a la que Juan Manuel Santos nunca quiso denunciar.
En su discurso ante la asamblea de la ONU, Duque recordó un hecho que nos enorgullece a todos los colombianos: su gabinete es el primero en ser paritario en toda nuestra historia republicana, un hecho que enaltece al gobernante que nos ha hecho un reconocimiento trascendental a las mujeres.
Uno de los elementos más destacados de la intervención del Presidente está relacionada con la herencia de Juan Manuel Santos en materia de paz. Duque fue claro al reafirmar su tesis política en el sentido de que la paz es viable siempre y cuando esta se haga en el marco de la legalidad. Dijo claramente que la paz será posible siempre y cuando se respeten los principios básicos de verdad, justicia, reparación y no repetición.
Es evidente que tal y como Juan Manuel Santos negoció el acuerdo con la guerrilla terrorista de las Farc, este –el acuerdo- no será sostenible, pues han pasado cerca de dos años y el país no conoce la verdad, los sujetos que se sometieron a la JEP aún no han recibido condena y las víctimas no han sido totalmente reparadas.
La fragilidad del proceso de Santos con las Farc salta a la vista de todos. No hay presupuesto para poner en marcha la implementación de lo acordado y aquel fue un asunto directamente expresado por el presidente Duque en su discurso en Nueva York.
Aplaudo la contundencia del Presidente cuando expresó que aquellos que se burlen del acuerdo, que desprecien la generosidad del pueblo colombiano, reincidiendo en actividades delincuenciales recibirán todo el peso de la ley y serán merecedores de castigos ejemplarizantes.
Sobre los cultivos de coca, lo cuales sobrepasan las 210 mil hectáreas, el Presidente ratificó su compromiso con el mundo de luchar abierta y concienzudamente contra el narcotráfico. Juan Manuel Santos suspendió la erradicación de coca y el resultado fue el crecimiento exponencial y acelerado de los narcocultivos. Gracias a ello, el mundo entero recibe toneladas de cocaína diariamente, la cual es fabricada en nuestro país.
Un Estado con tantos miles de hectáreas de cultivos ilícitos, tiene una verdadera amenaza contra su seguridad interna, pues estos son protegidos por estructuras fuertemente armadas.
La conclusión después de una semana en Nueva York de nuestro canciller y de nuestro Presidente, es que Colombia vuelve a ser un país recibido con respeto y visto como un aliado, sobre todo por parte de los Estados Unidos.