Por: John Harold Suárez Vargas
Senador de la República

Mientras el Aislamiento Preventivo Obligatorio avanza, se van evidenciando las consecuencias del mismo en la economía del país. Los desafíos que ha tenido que asumir el Presidente y su gabinete han sido sin precedentes en la historia. Lo planeado para ejecutar en el plan nacional de desarrollo, así como el plan financiero del mismo, tuvo que sobre la marcha, ajustarse a las necesidades de la realidad actual que demanda el pueblo como consecuencia de la crisis derivada de la pandemia.

Sin embargo, no pasa lo mismo en las regiones, pues con preocupación observo que en cumplimiento de la Ley 152 de 1994, se adelanta la discusión de los planes de desarrollo territoriales 2020-2023, los cuales en la mayoría de los casos se encuentran muy alejados de la realidad que enfrentamos. Es entendible que todo mandatario quiera responder al pueblo que lo eligió con obras de infraestructura y con otros proyectos de inversión, que si bien pueden ser importantes, hoy pasan a un segundo plano, pues las necesidades que tienen los colombianos son muy distintas a ladrillo y cemento.

En tal sentido, todo plan de desarrollo debe tener especial énfasis en garantizar los recursos suficientes para la atención de la crisis, por lo cual se hace necesario que tales planes tengan un corte eminentemente social, de priorización de la atención en salud, reactivación económica y garantía en la prestación de los servicios públicos. El sector salud, va sufrir un golpe financiero, por la caída vertiginosa de rubros con los que se financia en los entes territoriales, precisamente en lo relativo a las rentas sobre licores, tabaco, así como, el impuesto de rifas, juegos y espectáculos. Cada uno de ellos muy afectado por el cierre de eventos masivos como ferias y espectáculos públicos, así como la suspensión de operaciones de establecimientos de entretenimiento nocturno como bares y discotecas.

Señores alcaldes, esta crisis no va a ser pasajera y los planes de desarrollo deben cumplir con las demandas para las regiones en cinco puntos básicos: 1. La focalización para la atención del virus que consiste, en la inversión en equipos médicos y elementos de bioseguridad que garanticen la óptima prestación del servicio, así como la adecuación de campamentos hospitalarios para atender pacientes contagiados con el Covid-19, a fin de evitar el crecimiento del virus en las IPS de la región. 2. Programas de asistencia social que cubran las necesidades básicas de las familias vulnerables. 3. Garantizar una infraestructura tecnológica adecuada para ofrecer calidad y continuidad en la prestación del servicio de educación en la modalidad virtual, que faciliten la permanencia en el sistema educativo, 4. La adopción de programas y proyectos de inversión tendientes a reactivar la economía de cada región, y por último, 5. Incorporar un programa de sostenibilidad fiscal con enfoque a la racionalización del gasto, que tiene como punto principal de partida, un plan financiero sano y austero, libre de endeudamiento y de nuevos impuestos, tasas y contribuciones.

Aunque cueste aceptarlo, los ingresos corrientes de libre destinación van a caer y por lo mismo, no puede permitirse que los entes territoriales tengan un plan financiero que encuentre soporte en operaciones de crédito público, ni mucho menos que se impongan nuevas cargas a los contribuyentes, como por ejemplo contribuciones por valorización o similares. Urge entonces, que el gobierno nacional expida un régimen de sostenibilidad fiscal para los entes territoriales, con el fin de generar una reglamentación que limite el gasto en inversiones no esenciales y donde el plan financiero de los programas de gobierno local, se encuentre ajustado a las realidades que hoy el país vive.

Alcaldes y Gobernadores, lo mejor para salir adelante en esta emergencia sanitaria, social y económica es pensar en la gente, apoyemos la salud, fortalezcamos con los recursos propios este sector, garanticemos la asistencia alimentaria y pensemos en la educación, lo demás puede esperar. Hay que apretarse el cinturón, cuidar cada peso porque no sabemos cuándo será el final de la crisis.

FIN