Por: Nicolás Pérez
Senador de la República
Queridos colombianos:
Sé que los últimos dos meses no han sido nada fáciles. Llevamos 47 días en un difícil aislamiento que ha permitido salvar miles de vidas. Mientras el número de fallecidos en Estados Unidos llega a 77.180, en España a 26.299, en Perú a 1.714, en Ecuador a 1.704 o en Brasil a 10.017, en nuestro País es de 428. Una cifra dolorosa, pero cuatro veces menor al de nuestros vecinos más próximos.
Sin embargo, todos somos conscientes que la crisis económica que estamos viviendo no tiene precedentes. Después de tener un crecimiento económico del 4.1% en el primer bimestre del año, tendremos que sufrir una caída proyectada del -5.5%. Además, el déficit fiscal, es decir el desbalance entre ingresos y gastos del presupuesto, podrá pasar del -2.2% al -6.1%.
Asimismo, hemos visto cómo esta crisis dejó sin trabajo a 287.000 compatriotas en marzo. El desempleo pasó del 10.8% al 12.6% y la confianza de los consumidores en abril se ubicó en el -41.3%, una caída de 17.5 puntos respecto del mes anterior.
La situación es demasiado dolorsa.
No obstante, en nuestras manos está la posibilidad de recuperar la prosperidad de los senderos de la Patria. Este lunes veremos la reactivación progresiva de 16 sectores adicionales y es tanto acá, como cuando se levante en unas semanas la cuarentena, donde debemos apoyar decididamente a la industria nacional y comprar productos colombianos.
Y no les digo esto para promover un nacionalismo que satanice la inversión extranjera. En un mundo globalizado como el de hoy es imposible pretender ser una isla ajena a las dinámicas comerciales internacionales.
No obstante, esta sencilla acción es la fórmula más efectiva para proteger de manera definitiva los empleos creados en el País. Las acciones tomadas por el Gobierno son importantes, de eso no queda la menor duda, pero por más que se subsidien parcialmente las nóminas o se aplace el pago de impuestos, las empresas requieren que se reactive el consumo de sus productos.
Por ejemplo, el sector agropecuario ocupa a 3.2 millones de personas, el comercio a 3.8 millones y el entretenimiento a 1.7 millones. Lógicamente, estos empleos están intrínsecamente ligados a que se mantenga o aumente la demanda de los bienes y servicios ofertados y solamente nosotros podremos hacer que esto ocurra.
Más aún, cuando el cese en ventas originado durante el aislamiento implica entre $48 y $61 billones mensuales. En otras palabras, la decisión de incrementar el consumo interno, más que una motivación afectuosa por sentirnos orgullosos de lo nuestro, es un aspecto vital para la supervivencia industrial y social del País.
Por eso, los invito desde el corazón a que cuando vayamos al supermercado adquiramos uvas colombianas y no chilenas, carne nacional y no argentina o maíz interno y no americano. Sé que esto puede sonar raro, pero es una opción segura para proteger los empleos.
Cuando se reactive el turismo recorramos nuestro País, viajemos a alguno de los maravillosos lugares que tiene Colombia. Fomentemos la reactivación turística de regiones que dependen de esta actividad. Nada más por mencionar un caso, 552.000 cartageneros dependen directa e indirectamente de este sector, casi el 60% de la ciudad.
El impacto social de decisiones tan sencillas como estas es incalculable. El ingreso de miles de familias se garantizaría y sería posible hacer llevadera la crisis. Ahora bien, con esto no le estoy quitando responsabilidad al Gobierno para superar la coyuntura. Por supuesto que hay que inyectarle recursos a la economía para mitigar el impacto de la pandemia, así eso implique acudir al endeudamiento. Pero el fortalecimiento del consumo local es determinante para que nuestro País salga adelante.
Colombianos, somos un País resiliente. Ninguna dificultad económica o social ha podido romper nuestra cohesión como sociedad. Es momento, ahora más que nunca, de mirarnos a los ojos y creer en nosotros. Compremos colombiano, saquemos adelante entre todos a la tierra que nos vio nacer, a la cual amamos y de la cual jamás dejaremos de sentirnos orgullosos.