Difícil e incierta es la situación de la economía global en este momento. De acuerdo con las proyecciones de la OECD, la epidemia desatada por el Coronavirus (Covid-19), el cual ha reducido la demanda y afectado muchas cadenas de producción mundial, modificó a la baja las proyecciones del crecimiento del PIB mundial de 2,9% a 2,4%; además, cerca de 500 millones de personas han visto restringida su movilidad.

Sumado a ello, el aumento de la producción de petróleo en Estados Unidos, la fuerte disminución en la demanda de crudo por parte de China y las dificultades de Rusia y Arabia Saudita para llegar a un acuerdo sobre los recortes en la producción, generaron un abrupto desplome de los precios internacionales del crudo. El pasado lunes llegó a US$31 dólares el barril del Brent, precio no registrado desde la guerra del Golfo en 1991. Todas estas presiones han impactado la tasa de cambio colombiana, generando una fuerte depreciación del peso que alcanzó los $3.800 por dólar.

Aunque el panorama internacional resulta complejo para Colombia, hay que decir que nuestra economía cuenta con un grado de solidez importante, lo que le permite al gobierno margen de manejo de estos eventos complicados; de hecho, nuestro seriedad en las decisiones macroeconómicas ha sido ejemplo en la región y esta vez esperamos no será la excepción. Dentro de las principales preocupaciones sobre la economía nacional se encuentran: el acceso a liquidez, la volatilidad del tipo de cambio, y las iniciativas de tipo fiscal para reducir el impacto.

En relación con la fuerte caída de los precios del petróleo, preocupa las implicaciones que el muy bajo precio puede tener sobre la meta de crecimiento del 3,7% para 2020, las presiones inflacionarias, el impacto en la cuenta corriente que cerró con un déficit de 4,5% del PIB en 2019, la caída en los ingresos del gobierno, y por consiguiente en el aumento de la deuda pública, ya que la deuda neta del Gobierno Nacional Central alcanza el 50% del PIB, y del Sector Público no Financiero el 47% del PIB.

A pesar de que Colombia no es un país petrolero, cerca del 50% de las exportaciones del país dependen de este sector, y los recursos que genera son fuente principal en sus ingresos. Estimaciones del Ministerio de Hacienda, muestran como una caída en $1 dólar en el precio del petróleo genera una perdida en los ingresos del Gobierno cercana a $330.000 millones, cifra que es preocupante, pero que puede ser en algo compensada por la devaluación del peso.

De acuerdo con información del Ministerio de Minas, Ecopetrol cuenta con recursos líquidos por encima de los $12 billones, con lo cual se da un parte de tranquilidad a los accionistas, ya que pagará dividendos por cerca de $7,2 billones, y los impuestos a pagar no se afectan para este año. Pero de continuar los bajos precios, inferiores a los 64 dólares por barril previstos en el Plan Financiero, debe revisarse el Marco Fiscal de Mediano Plazo para 2021.

Frente a la depreciación del peso, preocupan el encarecimiento de las importaciones y el endeudamiento externo que asciende a US$138.175 millones de dólares de los cuales el 53.4% es endeudamiento público. No obstante es importante recordar que el Banco de la República tiene las suficientes reservas internacionales, US$53.000 millones, para que de ser necesario entre a intervenir el mercado cambiario.

El Gobierno ha sido responsable con su manejo fiscal; de hecho, el año pasado logró un déficit fiscal de 2,5% frente al 2,7% autorizado por el comité de la Regla fiscal. Si bien esta incertidumbre global exige seguimiento permanente al comportamiento de los mercados, también exige un estrecho seguimiento a la ejecución del gasto público para asegurar focalizacion y eficiencia en la inversión y un apretón fuerte en el gasto de personal y generales del gobierno. Este año los recursos deben priorizar la ejecución de los programas de inversión contenidos en el Plan Nacional de Desarrollo.

Me preocupa que aumente el desempleo y que haya sectores que se queden en esta coyuntura sin flujo de caja, con riesgos de sostenibilidad para muchas empresas. De ahí que ofrecer alivio de caja, asociados a modificar el calendario tributario así como ofrecer fuentes de crédito puente de caja, ayudan mucho a los sectores.

Serenidad, sensatez, reacción oportuna y propuestas audaces para mantener la confianza es lo que se requiere de las autoridades económicas.