Por: Margarita Restrepo, representante a la Cámara por Antioquia

Respaldo íntegramente el enérgico mensaje del presidente Iván Duque rechazando con contundencia el atentado terrorista del ELN contra las instalaciones de un batallón del Ejército Nacional en Saravena, Arauca.

Es claro que los bandidos de esa estructura criminal planificaron y lanzaron dicho ataque desde territorio venezolano, donde gozan del cobijo y respaldo otorgados por el dictador, Nicolás Maduro y su camarilla mafiosa que sostiene alianzas con estructuras delincuenciales.

El presidente Duque ha ratificado la decisión de su gobierno de continuar combatiendo con toda la convicción al Eln. Así debe ser. El gobierno colombiano está comprometido con el desmantelamiento de los grupos armados ilegales que atentan sistemáticamente contra nuestra estabilidad democrática.

Corresponde rodear y brindarle todo el apoyo al presidente Duque. Quienes creemos en la libertad, estamos en la obligación patriótica de cerrar filar alrededor de nuestro mandatario y respaldarlo en su propósito de acabar de una vez y para siempre con la amenaza terrorista del Eln.

Las imágenes del ataque al batallón Revéiz-Pizarro en Saravena, son dolorosas. Producen profunda indignación y confirman que con los bandoleros del Eln no hay nada de qué hablar. A comienzos de año, nos llenaron de dolor por cuenta de la bomba que detonaron en la escuela de cadetes de la Policía Nacional, General Santander, atentado que cobró la vida de una veintena de estudiantes que, llenos de ilusión y patriotismo, se preparaban para ser oficiales de nuestra Policía.

De acuerdo con las noticias, el atentado en Arauca no cobró la vida de ninguna persona, pero sí hay reportes de personas heridas. Los antisociales hicieron la detonación frente a las casas donde habitan los militares con sus familias, residencias en las que hay mujeres, niños y civiles.

Ese atentado no puede quedar impune. Los responsables deben ser combatidos con toda la fuerza del Estado o, en su defecto, capturados y conducidos ante los tribunales de justicia para efectos de ser condenados a interminables años de prisión.

Colombia necesita sacudirse del yugo terrorista y para lograrlo, nos corresponde respaldar las decisiones adoptadas por el presidente de la República, un líder que entiende como nadie los preceptos de la Seguridad Democrática, política que durante el gobierno del expresidente Uribe salvó a Colombia del desafío terrorista que le plantearon los bandoleros de las Farc, Eln y AUC.

En tiempos no muy remotos, durante el nefasto gobierno de Juan Manuel Santos, se adoptó una doctrina dañina que consistía en agachar la mirada frente a las acciones terroristas. Organizaciones delincuenciales como las Farc se acostumbraron a matar indiscriminadamente al pueblo colombiano, a sus militares y policías, con la certeza de que el presidente de la época no los enfrentaría. Valga recordar la reacción oficial luego de la brutal masacre en Buenos Aires, Cauca, en la que murieron 10 soldados y más de 20 resultaron gravemente heridos. Los uniformados fueron atacados por un comando criminal de las Farc mientras dormían.

Santos, en vez de ordenar la persecución y el castigo de los autores -materiales e intelectuales- de esa acción demencial, prefirió poner de rodillas al Estado, no hacer nada y continuar, en cambio, dialogando con los responsables en La Habana.

Con el terrorismo despiadado no hay espacio para el diálogo y así lo entiende el presidente Iván Duque, un gobernante firme cuyo compromiso con la seguridad de los colombianos es irreductible.