Por: María Fernanda Cabal, Senadora de la República.
Poco esfuerzo se ha hecho para constituir un tribunal que juzgue los crímenes del comunismo en el mundo, a pesar de las evidencias, donde ésta doctrina totalitaria ha cobrado la vida de unas 140 millones de personas.
Rusia, China, Vietnam, Camboya, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Cuba, Corea del Norte, entre otros, han registrado en su historia cualquier cantidad de horrores contra la dignidad humana.
Ejecuciones, masacres, torturas, encarcelamientos, exilios y hambrunas, fueron las prácticas recurrentes de las tiranías comunistas, que dejaron una marca imborrable para la humanidad.
Sin embargo, mientras en Europa, países que sobrevivieron a la Cortina de Hierro como Polonia, Hungría y Checoeslovaquia -hoy dividida en República Checa y Eslovaquia- y Ucrania, Lituania, Letonia y Estonia -como ex repúblicas soviéticas- buscan hoy una “descomunización” prohibiendo los partidos comunistas, la propaganda de sus símbolos y eliminando todo registro de esa ideología, ordenando el desmonte y la destrucción de monumentos erguidos en honor a sus líderes, por llevar a cabo “acciones dirigidas a cambiar el orden constitucional por medios violentos”; en América Latina, tras la caída del muro de Berlín y la creación del Foro de São Paulo, esta lucha ya padecida, vuelve y comienza.
Se sabe que la táctica del comunismo en el camino para acceder al poder, es tergiversar la realidad e invertir la escala de los valores humanos mediante la propaganda populista, exacerbada de deseos y de odio.
Uno de los casos más notorios es el de Cuba, que en 60 años logró despedazar una nación con un futuro próspero e inspirar el socialismo del siglo 21, cuyo principal promotor fue Fidel Castro, financiado por Hugo Chávez.
América Latina es hoy nuevamente su presa. A través de Venezuela, que se convirtió en el país con mayor degradación institucional de la región, Cuba amplió su radio de influencia y logró permear regímenes depredadores en Nicaragua, Bolivia, Brasil, Ecuador y Argentina. Hasta el punto de intentar llegar a los Estados Unidos con Bernard «Bernie» Sanders.
Por fortuna, muchos de esos países han logrado sacudirse del yugo colectivista. Pero el desastre continúa en Venezuela y Nicaragua. Y no podemos olvidar que en Cuba el ‘castrismo’ exterminó a unas 73 mil personas, en Venezuela Nicolás Maduro es hoy uno de los peores genocidas de la humanidad y en Nicaragua Rafael Ortega se ha convertido en un asesino de su propio pueblo.
En medio de ésta zozobra, se enciende una luz de esperanza. Y es que muy pronto el ‘castrismo’ tendrá que rendir cuentas ante la comunidad internacional. La tarea inició hace dos años, en encabeza de la ‘Comisión Justicia Cuba’ para la fiscalización de crímenes de lesa humanidad.
Esta Comisión ha venido realizando la recopilación de experiencias y testimonios de personas cuyos derechos han sido violados o sus familiares han fallecido en el intento de recuperar su libertad. También se han hecho audiencias públicas en Washington en la Organización de Estados Americanos, para configurar los expedientes que serán llevados a los tribunales competentes.
Desde Colombia, en el marco del Foro ‘Víctimas del Comunismo en América Latina’, la Comisión Justicia Cuba anunció la creación de un Tribunal ad hoc que pueda juzgar los crímenes del ‘castrismo’ como ideología inspiradora de todos los movimientos y grupos criminales de la izquierda comunista.
Un hecho sin precedentes, toda vez que la comunidad internacional ha tenido una vara de medir completamente diferente con dictaduras de ideologías dispares. Ninguno de los regímenes comunistas en nuestro hemisferio ha sido condenado; ninguno ha sido puesto en justicia y es ahora el momento y la oportunidad de lograr que esto cambie. La historia lo reclama.