Por: John Harold Suárez Vargas
Senador de la República
Despertaron al país que lucha por su desarrollo. Al país de los trabajadores de bien, de los comerciantes y empresarios. Al país que lucha por la verdad y la justicia. Despertaron al país que quiere la seguridad, educación y equidad para sus hijos. Despertaron al país que llora las injusticias y que no se va a quedar callado ante ellas. Despertaron al país que sufrió como ninguno la crueldad de los violentos, y que por mucho tiempo guardó silencio, pero que ahora no seguirá impávido ante la inminente pérdida de lo logrado en tantos años de sacrificio y trabajo del expresidente y senador, Álvaro Uribe Vélez.
Álvaro Uribe, comenzó su vida pública muchos años antes que yo. Sin embargo en el desarrollo de mi labor pública hemos tenido un vínculo invisible que, gratamente, nos ha hecho coincidir una y otra vez, hasta hoy que tengo el honor de ser senador de la República, miembro de su partido, Centro Democrático.
Comienzo por recordar como en mis primeros años como servidor público, a cargo del Instituto Municipal del Deporte de Buga a finales de la década del 90, tuvimos en Colombia la compleja situación de violencia a raíz del fortalecimiento militar de las FARC en el marco de los diálogos de paz de El Caguán y la zona de despeje, y su cruento enfrentamiento con los grupos paramilitares. En esos días los coliseos e infraestructura deportiva tuvo que ser utilizada para refugiar a miles de personas que huían de de las amenazas de muerte y asesinatos perpetrados por ambos bandos. También recuerdo como nuestra hermosa zona rural quedaba abandonada, con sus atractivos turísticos desolados, la producción campesina en su mínima expresión, y bosques y reservas destruidas por las distintas acciones criminales, entre ellas la producción de drogas ilícitas. Todo ese apocalíptico panorama cambió en los años siguientes con el ascenso del presidente Uribe, quien recuperó de manera efectiva la seguridad de tal forma que permitió el regreso de desplazados, la recuperación de la producción agrícola, la valoración de las tierras con proyectos turísticos y vacacionales, y el desarrollo de proyectos de reforestacion y protección de reservas, imposibles de aplicar por la presencia de ilegales. Guadalajara de Buga vive un post conflicto, como llaman algunos, no tras el acuerdo de paz de 2016, sino desde mucho antes por la efectiva presencia del Estado, legado de Álvaro Uribe: la seguridad democrática.
Durante el primer gobierno del presidente Uribe, en el año 2004, soy bendecido con la elección popular como Alcalde de Buga, de la mano de Angelino Garzón, quien también es electo Gobernador del Valle del Cauca. Para nadie es un secreto que nuestra línea de pensamiento no era asociada con la del Presidente. Sin embargo, tanto el Gobernador como yo, encontramos en él una persona abierta, sin prejuicios, dispuesta a trabajar de la mano de los administradores locales y regionales en pro del país. Es así como grandes proyectos lograron ver la luz, tanto a nivel departamental como municipal.
Todos los que hemos gobernado sabemos el valor que tiene el apoyo del Gobierno Nacional, algo que sin duda alguna se sintió bajo el mandato de Álvaro Uribe. Cientos de alcaldes estaban secuestrados en su mismo territorio, u obligados a «gobernar» desde lugares distintos al designado por amenazas, materializadas en asesinatos o atentados de los grupos criminales. Hoy y gracias a él, el panorama cambió hace ya varios años.
Álvaro Uribe es el presidente de Colombia que más veces ha visitado a Guadalajara de Buga, puesto que, aparte de sus constantes visitas como senador, como devoto del Señor de los Milagros, en su dignidad de Jefe de Estado estuvo en la Ciudad Señora siete veces, lo que demuestra, no solo su gran afecto por el Valle del Cauca, sino también su gran apoyo a un alcalde y a un gobernador que no eran de su línea política, todo pensando en el bien mayor: el bienestar de la patria.
Tras mis dos periodos como alcalde, hecho que también es grata coincidencia con los dos períodos del expresidente Uribe, busco seguir trabajando por mi región e ir más lejos, sirviendo al país. En ese camino confluye de nuevo el nuestro y con la más amplia generosidad, sin ningún tipo de condiciones ideológicas y pese a estar sentados en oportunidades en orillas diferentes, soy incluido en su lista de candidatos al Senado de la República por el que hoy es nuestro partido, Centro Democrático, logrando una curul que hoy represento con gran orgullo, puesto que se trata de una curul en un partido respetuoso de las diferencias, unido como ninguno en las coincidencias, y que también como ninguno es un ejemplo de trabajo incansable, reflejo vivo del talante y liderazgo de nuestro líder y fundador.
Hoy solamente puedo decir que el gran pecado que muchos le cobran a Álvaro Uribe Vélez ha sido su generosidad. Esa generosidad de la que abusó quien fue electo con sus banderas y sus votos, y que ha permitido desdibujar, para muchos, la historia en su contra.
La libertad, de la que muchos hacen uso en espacios como las redes sociales para agredir y calumniar, ha sido uno de los grandes legados que le debemos los colombianos. La historia hoy sería otra si los violentos que estaban a un paso de tomarse el país lo hubiesen logrado en su momento. Así suene repetitivo y trillado para algunos, hoy nuestro destino sería más triste y trágico en costos democráticos, económicos y de vidas humanas, que el de nuestro vecino.
A grandes hombres, grandes retos. El expresidente y senador, Álvaro Uribe Vélez, los ha enfrentado todos, y sin duda a la luz de la verdad, la razón y la historia este será un reto mas, del cual tenemos toda la fe que saldrá avante.