José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie

…y ellos se juntan”, reza el proverbio popular. Y así llega al “Pacto Histórico” un grupo variopinto de políticos conocidos por su populismo promesero, su ideología de ocasión, moral movediza e interés mezquino, para arrimarse “al sol que más alumbre” o aliarse con “el enemigo de mi enemigo”, sin importar el costo para el país.

Su líder, Gustavo Petro, comunista confeso, chavista embelesado disfrazado de progresista; excomandante del M-19 que “nunca” disparó un arma, pero no se necesita dispararla para ser asesino, ni activar bombas para ser terrorista, ni secuestrar para ser secuestrador, cuando se es “comandante” de un grupo de asesinos, terroristas y secuestradores.

Petro, el señor de las bolsas que “nunca” ha recibido dineros por debajo de la mesa, el que hoy gasta con ostentación muy por encima de sus competidores, ante el silencio cómplice del CNE. Petro, la mano oscura detrás de Paro y sus desastrosas consecuencias, a partir de su experiencia en el “eme” como “organizador de barrios”, sinónimo de instigador de odio y violencia. Petro, exalcalde fallido que hoy quiere regalarle su experiencia a todo el país.

Bolívar, su mano derecha, evasor confeso, estafador denunciado, promotor orgulloso de la narconovela como vitrina colombiana ante el mundo, financiador de terroristas urbanos, investigado por la Procuraduría y por la Corte Suprema, atributos que le merecieron ser cabeza de lista al Senado por el Pacto Histórico.

Piedad Córdoba, alias “Teodora”, consentida del régimen venezolano, tramitadora de beneficios a empresarios colombianos, Saab entre ellos, y de libertades de secuestrados de acuerdo a sus intereses políticos, y claro, investigada por la Corte por sus nexos con las Farc.

Roy, dueño político de la ESAP y con serias acusaciones de corrupción; de hecho, uno de los congresistas más investigado y más salvado, quizás porque también es el saltimbanqui de la política colombiana, nacido del Partido Liberal, vargasllerista furibundo en Cambio Radical, uribista furibundo durante ocho años, santista furibundo durante otros ocho, y ahora, en un verdadero “salto mortal” político, petrista furibundo y orgulloso senador del Pacto.

Bueno, ni tan mortal fue su salto, porque también lo dio Benedetti, aterrizado en el Pacto Histórico después de recorrer todo el espectro de la política con la misma “furibundez” de su compadre, y también investigado por la Corte, en su caso por enriquecimiento ilícito.

En ese escenario no sorprende el “acercamiento” de Samper, el expresidente que encontró refugio en la izquierda frente al escándalo de la narcofinanciación de su campaña y las acusaciones de la familia Gómez por el asesinato de Álvaro como crimen de Estado. No en vano terminó en el Grupo de Puebla y de ¿flamante? secretario de UNASUR, delirante intento chavista de una OEA de izquierda al servicio del Foro de Sao Paulo.

Y la cereza del pastel. El país sí se sorprendió, y Bolívar mucho más, con el aterrizaje de Alfonso Prada como jefe de campaña de Petro. La llegada al Pacto Histórico del cuestionado exdirector del SENA, amigo de Santos y su secretario en la presidencia, no tiene interpretación diferente a la adhesión del expresidente de “la paz que no fue”.

Corrijo: Santos, figura mundial y con Nobel en su solapa, no es de los que adhieren, y menos a Petro; Santos llega a detentar poder. El jugador de “póquer tapado”, en su obsesivo odio a Uribe y en su apuesta por preservar el Acuerdo con las Farc, es capaz de aliarse con el diablo, así ponga en riesgo la democracia. Qué más le da, si ya una vez defraudó la voluntad popular y atacó la democracia en el plebiscito.