Por: Nicolás Pérez
Senador de la República

“El Reino Unido oficialmente se retiró de la Unión Europea”

Este es el titular que hoy predomina en los principales diarios del mundo. Después de 3 años y medio se logró concretar un proceso que inició con una de las votaciones más trascendentales de las últimas décadas. Sin embargo, ¿cómo llegamos hasta aquí y qué significa esto para el mundo? Veamos:

En primer lugar, la idea de conformar la Unión Europea nace tras la segunda guerra mundial. En teoría, si los países europeos fortalecían sus relaciones comerciales disminuía la probabilidad de un nuevo conflicto bélico, lo cual se quería evitar a toda costa tras afrontar, durante la primera mitad del siglo XX, dos confrontaciones de una magnitud nunca antes vista que causaron el deceso de casi 90 millones de personas.

Esta propuesta tuvo acogida y lo que inicialmente fue la agrupación de 6 países, terminó convertida en la unión de 28 naciones europeas.

En segundo lugar, la relación del Reino Unido con la Unión Europea siempre fue particular. Desde su ingreso en 1973 la isla siempre propendió por no entregar del todo su soberanía ante la Unión, razón por la que, entre otras cosas, nunca adoptó el Euro como moneda y, por el contrario, mantuvo la libra esterlina.

En tercer lugar, a lo largo de los años, y especialmente en la última década, confluyeron dos factores que generaron fuertes repercusiones sociales y políticas en la isla: el comercial y el migratorio. Por un lado, si bien es verdad que había libre comercio entre el Reino Unido y el resto de Europa, desde este contexto la Unión Europea imponía límites a determinadas actividades comerciales como, por ejemplo, establecer un máximo de pesca permitida para un País que está rodeado de mar y encuentra en este un activo económico trascendental.

Por otro lado, la migración fue una preocupación social que creció progresivamente a medida que el flujo de migrantes, proveniente de países del medio oriente como Siria y el norte de África aumentó considerablemente en los últimos 10 años. Como tal, el Reino Unido era uno de los cuatro países de la zona que junto con Alemania, Francia e Italia más solicitudes de asilo recibía.

Adicionalmente, para 2017 se estimaba que en el Reino Unido había entre 800.000 y 1´200.000 inmigrantes ilegales, situación que alarmaba a un País que, por ejemplo, es 6 veces más densamente poblado que Estados Unidos, lo cual se traduce en que hay menos territorio disponible para atender más población y, en consecuencia, el impacto migratorio es más notorio.

Estas circunstancias generaron un malestar generalizado donde cuestionaban por qué la isla debía someterse a los lineamientos de los burócratas de la Unión Europea, que no conocen las problemáticas locales británicas, en vez de gobernarse autónomamente.

A raíz de lo anterior, en 2013 el entonces Primer Ministro David Cameron prometió, en medio de una apretada campaña electoral, que si resultaba reelegido realizaría un referendo para consultar al pueblo si el Reino Unido se mantendría o no dentro de la Unión Europea.

Como consecuencia, y tras la reelección de Cameron, el 23 de julio del 2016 se realizó la votación, donde la opción de retirarse de la Unión Europea, denominada Brexit, ganó con el 51.9% de los votos. Un indiscutible grito de independencia donde las dinámicas supranacionales terminaron derrotadas por un querer nacionalista.

A partir de allí comenzó el proceso de retiro del Reino Unido de la Unión Europea. Cameron, que quería mantenerse en la Unión, renunció a su cargo y Theresa May, defensora de un Brexit blando, asumió la batuta del País. Sin embargo, los esfuerzos de May por sacar adelante el trámite fueron fallidos y, al igual que su antecesor, se vio obligada a dimitir.

Como resultado, a la posición de Primer Ministro llegó Boris Johnson, defensor de un Brexit duro, con el objetivo de negociar con la Unión Europea un acuerdo que le permitiera al Reino Unido retirarse generando el menor caos posible, el cual, después de 3 años, se concretó el viernes.

Como conclusión, el Brexit marca un antes y un después en la historia moderna del mundo. La incertidumbre que genera el retiro del Reino Unido puede afectar las relaciones diplomáticas y comerciales con los demás países. Es un salto al vacío dicen muchos.

Sin embargo, si los británicos salen abantes de esta situación y el fortalecimiento de sus políticas comerciales y migratorias resultan en un mayor crecimiento social y económico, se puede generar un efecto dominó donde otros países buscarán una mayor independencia en vez de depender de organismos supranacionales. Solo el tiempo dirá quién tiene la razón.