Quienes labran la tierra para garantizar la producción de alimentos a los colombianos, han sido parte fundamental en la continuidad de la cadena de abastecimiento durante la emergencia sanitaria que vive nuestro país, por cuenta del coronavirus. Sí, son esas manos campesinas las que pese al inminente riesgo que enfrentan al no entrar en cuarentena, siguen en el campo trabajando para todo un país.
Gracias a esos 2,7 millones de productores agropecuarios, en Colombia tenemos la bendición que más del 83% de los alimentos que consumimos provienen de nuestros agricultores, lo cual muestra un buen nivel de autosuficiencia alimentaria. No obstante, el alto volumen de toneladas importadas cercana a los 14 millones, principalmente materias primas para la agroindustria como el maíz.
Además, según datos del Censo Nacional Agropecuario, más del 65% de las unidades de producción tienen menos de 4 Has, es decir son pequeñas, en ellas el trabajo familiar representan el 80% de la mano de obra, con cerca de 735.860 adultos mayores de 70 años. A todos ellos mi admiración.
En respuesta al esfuerzo de estas familias campesinas, el Gobierno del presidente Iván Duque ha tenido entre sus prioridades la entrega de ayudas para sostener su producción y procurar su cuidado. Por esta razón, el Ministerio de Agricultura expidió el Decreto 486 del 27 de marzo de 2020, que autoriza un subsidio de $80.000 al mes, por dos meses, para 500 mil trabajadores del agro; con una inversión de $80 mil millones, este incentivo busca reconocer su esfuerzo en la provisión de alimentos, durante el tiempo que continúe la emergencia desatada por el Covid -19.
Pero este no es el único alivio financiero para el sector, también fue creada la línea de crédito ‘Colombia Agro Produce’ por $1.5 billones para el financiamiento de los pequeños y medianos productores en condiciones favorables. Además, se garantizará el cumplimiento de los protocolos de salubridad y protección emitidos por el Ministerio de Salud, para que los campesinos puedan sacar sus productos de las zonas rurales para su posterior consumo.
A lo anterior, se suma el interés del Gobierno por proteger a los productores y evitar que tengan que pagar altos precios por insumos y fertilizantes, como consecuencia de la depreciación del peso colombiano frente al dólar; es importante recordar que en algunos subsectores agrícolas el costo de estos puede representar cerca del 30%-40% del costo total de producción. Por ello, se expidió el Decreto 471 del 25 de marzo 2020, el cual fija una política de vigilancia a los precios de los insumos agropecuarios, esenciales para dar continuidad a la producción.
Estas ayudas por supuesto son muy positivas en momentos en los cuales la demanda de alimentos tuvo un fuerte crecimiento. De hecho, solo en Bogotá en días previos al inicio de la cuarentena, la demanda aumentó 45%.
Sin embargo, a media que los días de la cuarentena avanzan también se han registrado graves efectos sobre los productores, en particular, subsectores pecuarios como la porcicultura y la avicultura que han visto disminuida su producción en cerca del 30% por cuenta de la caída en la demanda de restaurantes, principalmente.
Muchos productores próximamente deben tomar sus decisiones de siembra, las cuales se verán influenciadas por las perspectivas del crecimiento de la demanda. Según el DANE los alimentos pesan en 15,9% del gasto mensual de los hogares. Si bien el país cuenta con capacidad productiva para no caer en desabastecimiento, es necesario seguir apoyando al sector, para que en estos momentos de crisis no sólo no caiga la demanda de alimentos frescos y procesados, sino que se desincentive la oferta nacional.
Es urgente también que las compras públicas le den prioridad a adquirir la producción nacional, e incluso que apalanquen la demanda alimentaria, siendo parte de ese gran programa ‘Coseche y venda a la fija’, comprando directamente a los pequeños agricultores y sus asociaciones o cooperativas.
Sin duda, hoy más que nunca se abre la gran oportunidad para que el agro vuelva a ser uno de los sectores estratégicos de la economía colombiana. Por eso aplaudo que el Gobierno Nacional entregue esta serie de incentivos al sector; ojalá estos también se pudieran orientar a la promoción de las exportaciones, la cuales tuvieron un incremento del 4,5% en el mes de febrero y que merecen ser impulsadas a propósito de la actual tasa de cambio.
Finalmente, es necesario analizar el estado actual y las proyecciones del sector, en el cual se necesita invertir en bienes públicos como vías terciarias, semillas mejoradas, asistencia técnica, riego y drenaje, investigación y transferencia tecnológica, para que el campo no sólo sea productivo sino competitivo. Nuestro país tiene una deuda histórica con el sector, que en estos momentos es clave para jalonar nuestra economía.