Por: John Harold Suárez Vargas

Senador de la República

Cómo es tradición, en los primeros días del mes de diciembre se da inicio a la mesa de concertación salarial, conformada por el Gobierno Nacional, las centrales obreras y los gremios, quienes tienen plazo hasta el 15 del corriente para acordar el aumento del salario mínimo para el año próximo. De no ser así, el Gobierno tiene la potestad de definir dicho aumento mediante decreto.

Históricamente, en muy pocas ocasiones estas reuniones han terminado en un acuerdo debido a las posiciones contrarias y radicales de trabajadores y empresarios. Hoy el reto principal, en esta importante discusión, es el de lograr un consenso que permita la justa remuneración de los empleados, pero a su vez, la protección del empleo formal, la otra víctima del Covid-19, duramente golpeado en esta emergencia mundial.

Muchas empresas han sobrevivido a esta crisisprotegiendo su planta de personal gracias al sacrificio patrimonial de sus propietarios, haciendo uso de créditos y acogiéndose a los beneficios otorgados por el gobierno del presidente Iván Duque, como el Programa de Apoyo al Empleo Formal, que subsidia las nóminas y que permitirá que la prima de Navidad llegue a millones de trabajadores.Mientras unas empresas inician lentamente su proceso de reactivación económica, otras, a pesar de los esfuerzos, perdieron la batalla contra la pandemia, trayendo consigo la consecuente pérdida de millones de empleos.

A lo largo y ancho de nuestra patriaescuchamos historias de solidaridad entre empleados y empresarios luchando codo a codo por superar la crisis y salir adelante; esos miles de ejemplos deben llevar a la reflexión de las partes tras unaño catastrófico para nuestra economía. Se requiere más que nunca un consenso, un estudio serio, sensato y objetivo, alejado de ideologías políticas o discursos populistas, que logre llegar a una cifra justa y equilibrada que proteja la empresa, pero que permita cubrir las necesidades de los trabajadores colombianos.

Finalmente, la discusión del salario mínimo podría ser estéril si no nos seguimos cuidando de la pandemia. El Covid-19 no se ha ido y no se puede bajar la guardia en las medidas de bioseguridad, pues ante un posible aumento de infectados se pondría en riesgo la reactivación económica, lo que puede llevar a la quiebra a más empresarios con la consecuente pérdida de miles de puestos de trabajo. La irresponsabilidad e intolerancia vista en los últimos días en todos los sectores sociales con la realización de fiestas y eventos masivos muestra una falta de conciencia y madurez de nuestra sociedad y a una falta de autoridad por parte de algunos alcaldes, quienes deben ser los custodios de la salud en sus municipios.