José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
El Tribunal de Bogotá ratificó la inocencia de Luis Alfonso Hoyos por los cargos que, en 2015, le imputó Montealegre, el “Fiscal de Santos”; y en enero de 2017 se había cerrado el proceso abierto en 2014 contra Óscar Iván Zuluaga por el caso del hacker.
Con estas decisiones se cayó, como castillo de naipes, la trapisonda de Santos para cerrarle el camino a Zuluaga, continuar la negociación fariana y perseguir el Nobel. Las dos sentencias fueron, sin embargo, amargas desde el mundo del “hubiera”, como expresión de lo que no le sucedió al país por cuenta de quienes torcieron su destino.
Este ejercicio se remonta a 2010, pero podemos comenzar a finales de 2013, cuando Santos, que había expresado su desacuerdo con la reelección, acomoda sus convicciones y se lanza nuevamente, pero enfrenta el fenómeno arrollador de Zuluaga, representante del medio país que rechazaba el alcance de las negociaciones.
El 5 de mayo de 2014 es capturado el hacker y aparece el video para enredar a Zuluaga, a pesar de lo cual, el 25 de mayo le saca ¡458.156 votos! a Santos, quien, para la segunda vuelta, en escasos 20 días, logra tapar el hueco y sacarle otros tantos votos.
¿Cómo hizo? A la trampa del hacker se sumó la plata de la corrupción de Odebrecht, CEMEX e Impregilo, hasta donde sabemos; y la diligencia del Fiscal para abrir investigaciones contra la campaña de OIZ, mientras olvidaba graves acusaciones contra la de Santos.
Navegando en el mundo del “hubiera”, si Santos no hubiera traicionado a Uribe y a sus electores en 2010, ni a sus convicciones en 2013; si no hubiera existido la trampa del hacker; si el Fiscal no hubiera sido “porrista” de Santos; si la corrupción no hubiera permeado su campaña, ¿qué habría sido de Colombia”.
De entrada, las 40.000 hectáreas de coca de 2010 se habrían erradicado, Zuluaga habría sido presidente en 2014 y las negociaciones con las Farc se habrían limitado a la reinserción y una justicia transicional generosa y sin impunidad, que las Farc habrían aceptado, presionadas por la Seguridad Democrática.
Con el narcotráfico, el delito también se habría reducido en el campo, permitiendo su recuperación, y el microtráfico no sería la maldición de ciudades más seguras. La polarización ni la mermelada habrían existido y, en 2018, Duque habría llegado igual a la Presidencia para consolidar la unión del país.
Ahora, la cara humana de la moneda: La polarización no habría afectado el tejido social; muchos colombianos no habrían perdido sus empleos por la persecución, como en FEDEGÁN; personas integras no habrían sido perseguidas sin razón por la justicia; encarceladas unas, y otras, como Hoyos, empujadas al asilo. El escándalo de sus acusaciones no se compara con los discretos informes de su inocencia. El daño quedó hecho.
Ah!, y no habríamos tenido otro Nobel, pero sí una Colombia mejor.