Por: Senador John Harold Suárez

Hablar de educación, en la última década, se convirtió en la mejor bandera de campaña que la gran mayoría de los políticos utiliza en vísperas electorales, que con discursos populistas y carentes de profundidad, timan al electorado que clama por la solución a los problemas que existen en el sistema educativo.

Basta con recordar la historia reciente del país frente a lo sucedido con los tres billones de pesos del Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE) contratados a dedo por la recordada Ministra de Educación de Santos: Gina Parody, que terminó siendo un desastre de magnitudes sin precedentes que genero una inmensa ola de deserción escolar, en contraste con los tiempos actuales en los que el Gobierno del Presidente Duque, en una decisión sensata y responsable, le dio un papel protagónico en el presupuesto general de la nación al sector educación, haciéndolo el más generoso de la historia reciente del país.

Desde varios sectores del país se realizan muchas exigencias al Gobierno Nacional que si bien es cierto son legítimas, no resulta menos cierto que han de ser atendidas en concurrencia con otros niveles del Estado, por ejemplo, en materia de educación se exige una mayor participación tal sector al interior del Sistema General de Participaciones (SGP), para lo que existirían dos alternativas: i) aumentar la participación de la educación al interior del SGP, lo que conllevaría de manera indefectible a la reducción de la participación de otros sectores como salud, saneamiento básico y agua potable, afectando las transferencias que para estos fines se realizan a los Entes Territoriales; ii) aumentar impuestos que nutren el SGP, alternativas que deben descartarse, pues ninguna soluciona de fondo la totalidad de las necesidades y tendrían sin duda impacto negativo.

En materia de educación, los Alcaldes y Gobernadores no deben dedicarse simplemente a que su Entidad participe en las transferencias del SGP, pues no cumplen el compromiso con la educación de los niños y jóvenes con el solo hecho de “sostener” el funcionamiento del sistema pagando los servicios públicos de las instituciones y el salario de los docentes, contratando el PAE, y tapando goteras de las escuelas, por el contrario, el nivel de compromiso se mide con la ejecución de programas y proyectos de inversión en el sector educativo, con la participación que le den al sector educativo en los recursos propios y de la gestión de recursos del presupuesto general de la Nación y del sistema general de regalías (SGR) para ejecutar programas y proyectos en materia de educación.

Es entonces oportuno hacer un llamado en primer lugar a Gobernadores, Alcaldes, Diputados y Concejales para que la educación tenga un papel protagónico en los Planes de Desarrollo Departamentales y Municipales y que guarde una íntima correlación con el Plan Nacional de Desarrollo con el fin de que la gestión de recursos en materia de inversión sea viable; en segundo lugar, hacer un llamado al electorado en el entendido que la responsabilidad de velar por el futuro de nuestros niños es permanente y debemos participar activamente en las mesas de trabajo que cada Entidad Territorial conforme para la construcción del correspondiente plan de desarrollo.

La tarea es clara: debemos combatir la deserción escolar, con calidad, con innovación, con el fin de que la escuela sea cada día más atractiva para nuestros niños y jóvenes, pues cada menor que abandona el sistema educativo, muy probablemente entrara a engrosar las filas de la delincuencia.