Por: Remberto Burgos
Corría el año 2014 en el terruño “Los Mochuelos”, donde un administrador arrendó una casa con garaje cubierto doble, justo para proteger los dos automóviles de la nueva pareja inquilina. Eso sí, quedó con el compromiso de adecuar el par de garajes aledaños, descubiertos, para que los futuros carros de los dos hijos de los arrendatarios quedaran igualmente protegidos.
El varón terminó bachillerato e ingresó a la universidad. Sus padres le regalaron un carrito de segunda, el cual, pese a las promesas iniciales del administrador, no encontró refugio en la casa. Durmió a la intemperie desde su adquisición, y los avatares climáticos, las lluvias, los vándalos… rápidamente terminaron por deteriorarlo. Poco tiempo después sería la hembra la que terminaría su educación media. Para ser justos, sus padres le obsequiaron también un carrito de segunda, que se sumaría a los tres que ya tenía la familia. Y nada que el administrador cumplía su palabra. Al aire libre les tocó a los muchachos dejar sus valiosas pertenencias, que palidecieron ante el sol y se mancharon por las heces de las aves. Cuando se prendían, los motores sumaban a la contaminación del entorno y vomitaban un olor particular a caucho quemado y fecales de indigestión
Los moradores de Los Mochuelos han convivido resignados la fábula del garaje. Es la hora en la que no se han percatado de la contaminación maligna que expelen los dos carros por fuera de los garajes; se han familiarizado con sus pestilencias y pasivos confían en que nada de eso los enfermará.
Apenas un día antes de finalizar 2014, se le prorrogó al administrador su licencia de construcción. A este le parecieron cortos los seis años que todavía tenía para cumplir su compromiso de adecuar un par de garajes y, sin ninguna vergüenza, lo extendió hasta 2030. Nadie sabe de argumentos ni de razones de peso. Pero en Los Mochuelos estas cosas no se discuten, no se cuestionan… Sencillamente se toleran, se negocian y se aceptan.
Han pasado algunos años y el horizonte hidrosanitario del sistema de acueducto y alcantarillado de esta comarca sigue causando grave desequilibrio y contaminación ambiental. La cuenca del imponente riachuelo está en peligro, y los derechos ambientales de los moradores, que son derechos fundamentales en salud, están siendo vulnerados. ¡Sin techo su garaje del bienestar ambiental!
El agua potable de Los Mochuelos viene de dos fuentes: las plantas de “Loma Baja”, que atiende el suroriental para 250 mil abonados, y de Los Camaleones, cerca de El Cacique, que cubre la demanda oriental para el 30 por ciento. (Señalamos también la de los Cencerros, que le da el 10 por ciento al resto de la población). Estos son los dos garajes con techo. El manejo de las aguas residuales es más complicado. Hay una planta vieja para su tratamiento, con cuatro lagunas facultativas que tienen 34 años y cuyo déficit operativo se calcula en 110 litros por segundos. Pero el río divisorio de Los Mochuelos recibe el déficit, y también el 80 por ciento de la carga (35 mil metros cúbicos por día), que se le vierte sin escrúpulos. Hay dos vertimientos que van hacia el río y se supone que son aguas tratadas, pero queda un excedente que los números no explican. Son los dos carros sin garaje de los inquilinos, que han sido víctimas de las inclemencias del tiempo y de los excrementos de los pájaros.
Vienen los meses de lluvia y en Los Mochuelos se repetirá la historia de todos los años. Su sistema de alcantarillado es solo para aguas residuales y no tiene capacidad para drenar el agua de los techos y patios de los inmuebles, y mucho menos para limpiar las calles inundadas ante la ausencia del drenaje pluvial. En el caso de la fábula de los dos garajes, cuando llega de improviso el cuñado de visita con su vehículo, le toca dejarlo a la intemperie y sufrirá en estos meses lluviosos las consecuencias de la exposición. Las vías vehiculares son los receptores de las corrientes y los canales existentes. Viejos y obsoletos son insuficientes. Los Mochuelos dan ganas de llorar.
Moraleja: Mosaico de cuestionamientos: ¿por qué no se habilitó el techo de los otros dos garajes (tratamiento de aguas residuales)? ¿Cómo se renuevan los permisos de construcción cuando no existe el equilibrio entre el suministro del agua potable y el tratamiento adecuado de las aguas residuales? ¿Por qué una concesión que debía finalizar en seis años, se extiende diez años más con tantas inconsistencias? La tasa de natalidad en Los Mochuelos debe ser única. ¿Los abonados no han crecido?
Afortunadamente para Los Mochuelos, el barrio donde está la casa de los garajes tiene un sistema de seguridad que ha alertado sobre este incumplimiento. Son múltiples los autos de los vigilantes, y próximamente el capitán encargado tomará cartas en el asunto y se pronunciará sobre este tema de derechos humanos. Lo malo es que el celador del inmueble no ha dicho una sola palabra y me cuentan que anda distraído cazando los pájaros que defecan, pues piensa que estos son los causantes del problema.Entretanto, los moradores de Los Mochuelos observan pasivos sus calles inundadas, sus alcantarillas rebosando y el desfile de balleneras cargadas de E. Coli en el río que suplica compasión. No tengo presente si en esta comarca existe una estación encargada de cuidar los derechos ambientales. Me dicen que está de espaldas al río, como lo está de espaldas a la realidad. Su ineficacia hace parte del espectro autista Asperger, y comparte síntomas con las dependencias de salud.