Por: John Harold Suárez Vargas

Senador de la República

 

 

Antes de la llegada del Covid-19, el mundo vivía una pandemia que afectaba la salud de millones de personas: la obesidad y el sobrepeso, ocasionadas por el sedentarismo, el desorden alimenticio y las presiones psicológicas, todo esto acentuado en esta época de cuarentena y confinamiento.

La vida actual gira en torno a lo laboral y el tiempo parece escaso. Se deja en segundo plano el cuidado de la salud, y parece más simple cambiar de talla cuando se han adquirido algunos kilos de más, mientras se hacen falsas promesas de modificar las rutinas físicas y alimenticias. Erróneamente se asocia el comer sano y ejercitar con sufrimiento, hambre y prohibiciones.

La obesidad y sobrepeso son definidas por la OMS cómo la “acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”; el sobrepeso es el paso previo a la obesidad y uno de los métodos para identificarlo es calcular el Índice de Masa Corporal (IMC), el cual es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla, la cual se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos, por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2).

 

Índice masa Corporal Categoría
Por debajo de 18.5 Por debajo del peso
18.5 a 24.9 Saludable
25.0 a 29.9 Sobrepeso
30.0 a 39.9 Obeso
Más de 40 Obesidad Extrema alto nivel de riesgo

 

Mientras en el mundo por Covid-19 a la fecha han muerto 800.321personas, según estudio de la OMS cada año mueren alrededor de 2.8 millones de personas por enfermedades asociadas a la obesidad cómo accidentes cardiacos y cerebro vasculares, algunos tipos de cáncer, predisposición a la diabetes tipo 2 entre otras patologías. Adicionalmente en los pacientes contagiados de COVID-19, el sobrepeso hace que exista una presión sobre el diafragma mientras se está acostado de espaldas, restringiendo la respiración y agravando la condición del paciente.

En nuestro país, las cifras son alarmantes, más de la mitad de los adultos entre 18 y 64 años (56 %) están en condición de sobrepeso (1), mientras en los jóvenes, un 37,7% tienen sobrepeso y un 18% son obesos de acuerdo a un estudio realizado por la universidad del Rosario.

Con relación a la calidad alimentaria, es interesante observar un hábito común en nuestra sociedad, que deberíamos cambiar: los colombianos no elegimos la calidad de los alimentos sino la cantidad de lo que consumimos con el fin de producir saciedad.  Nuestra dieta en general está basada en un consumo excesivo de grasa, harina, azúcar y alimentos altamente procesados, los cuales, si bien calman la sensación de hambre, producen obesidad y desnutrición.

Combatir esta pandemia silenciosa, es una responsabilidad individual, solo tenemos un cuerpo y nuestro deber es cuidarlo. Para lograrlo, debemos cambiar nuestros hábitos y costumbres, los de nuestros hijos en cuanto a alimentación y actividad física. Debemos orientar nuestra dieta con enfoque en la nutrición priorizando el consumo de frutas y vegetales. Es importante romper el paradigma: “comer saludable es solo para los estratos altos”; todos podemos hacer un correcto uso del recurso económico destinado a la alimentación de nuestra familia, sacrificando la cantidad por la calidad nutricional de lo que llevamos a la mesa.

Para lograrlo es necesario que se realicen campañas informativas por parte del Ministerio de Salud y Protección Social, El ICBF con la vinculación de las secretarias de salud de los entes territoriales y comerciantes de alimentos, para que se elaboren menús y recetas nutritivas de fácil elaboración y de bajo costo, como aparece en Las Guías Basadas en Alimentos para la Población Colombiana Mayor de 2 años, elaborado en 2015 por un equipo interdisciplinario público y privado, bajo la dirección del ICBF y el Ministerio de Salud, para así entrar en un proceso masivo de cambio de hábitos alimenticios buscando la prevención y la salud de los colombianos. En cuanto a la alimentación de los niños escolarizados es importante indicar que gracias a la Ley 2042 del 27 de julio de 2020, de autoría del presidente Álvaro Uribe, permite el acompañamiento eficaz por parte de los padres de familia en el cuidado de los recursos del Programa de Alimentación Escolar (PAE) y vigilar la calidad de los alimentos que consumen nuestros hijos. La vacuna para combatir esta pandemia está en nuestras manos: Realizar actividad física y mejorar los hábitos alimenticios, para comenzar a disfrutar los beneficios de un estilo de vida saludable.

Fuente: (1) Encuesta Nacional de Situación Nutricional 2015 (Ministerio de Salud)