Por: John Harold Suárez Vargas
Senador de la República

Al cierre del año 2019 los indicadores del gobierno del presidente Iván Duque mostraban cifras muy optimistas. El crecimiento económico llegó al 3.3%, siendo el sector del turismo uno de los protagonistas. Para entonces el ingreso de extranjeros a nuestro país se incrementó en un 2.7% con respecto al 2018, y se registró una ocupación hotelera record del 57.8%, lo que auguraba que para el presente año el turismo sería un factor importante de crecimiento y desarrollo.

Sin embargo, con la llegada del coronavirus todas esas metas de crecimiento económico y desarrollo de grandes proyectos de infraestructura pasaron a un segundo plano, pues el gobierno nacional enfocó todos sus esfuerzos a diseñar un plan de acción en cada una de las 4 fases para atender la emergencia: (preparación, contención, mitigación y post pandemia).

Estas acciones tomadas por el presidente Duque han sido reconocidas en el exterior de una forma positiva. A pesar de las limitaciones de nuestras finanzas públicas, el gobierno, buscando favorecer a los sectores más vulnerables, ha fortalecido los programas sociales y creado otros, como el ingreso solidario; ha provisto alimentos, alivios tributarios y diferentes líneas de crédito y subsidios a los sectores más afectados de la economía.

Las medidas de prevención cómo la cuarentena obligatoria, han limitado la forma de vida que teníamos hasta hace unos pocos meses, pero este duro sacrificio social y económico, ha valido la pena, pues vemos cómo nuestro sistema de salud aún no se ve desbordado y colapsado y nuestros médicos no han tenido que tomar la difícil decisión de quien debe o no vivir, cómo ocurrió en Italia, España o incluso en USA.

Gracias a esto y al comportamiento responsable de la mayoría de los ciudadanos en esta cuarentena, el gobierno ha decidido que poco a poco, sectores de nuestra economía se vayan reincorporando al aparato productivo, lo que permitirá conservar empleos.

Pero es triste observar cómo la conducta irresponsable de algunas personas, que no acatan las medidas de bioseguridad tales cómo el uso del tapabocas permanente y el distanciamiento social, pone en riesgo la salud de los demás ciudadanos, llevando enfermedad y muerte incluso a sus seres queridos.

Es por esto, que comparto estas reflexiones:

1. El esfuerzo y la responsabilidad para afrontar esta pandemia está en cada uno de nosotros. Seamos solidarios, respetando el distanciamiento social en la calle (dos metros). Hagamos uso permanente del tapabocas, no salgamos a la calle cuando no nos corresponda, respetemos el cupo permitido en los sistemas de transporte masivo, no realicemos reuniones sociales y cumplamos las demás normas de bioseguridad.

2. Cada ciudadano debe ser un veedor y vigilante permanente de la forma en que los alcaldes y gobernadores invierten los recursos que deben estar orientados a la salud, combatir el hambre y reactivar la economía. No es momento para construcción de obras, que, si bien son necesarias, no son prioritarias. Denunciemos todo acto de corrupción.

Desde el primero de Junio varios sectores económicos reiniciarán sus labores, por eso cada persona debe hacer su mejor esfuerzo, de lo contrario los indicadores de contagios aumentarían y al gobierno no le quedaría más remedio que decretar nuevamente una cuarentena general y obligatoria. Sería lamentable que por unos pocos irresponsables, la muerte, el hambre y el sufrimiento alcanzaran a millones de familias colombianas.

-“La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común” Juan Pablo II.-

*FIN*