Por: Margarita Restrepo,
Representante a la Cámara por Antioquia.
Los problemas de Medellín no se solucionan con una “mano de pinturita”. La ciudad está despedazada. En menos de dos años de administración, el alcalde Daniel Quintero Calle llevó a la capital antioqueña hasta el borde del abismo.
Y todo se debe a la corrupción, esa misma que la semana pasada denunció oficialmente el presidente Uribe ante la Fiscalía General de la Nación. Duele decirlo, pero cada vez es más cierto que la alcaldía de Medellín es una cueva de Rolando.
Me pregunto: ¿Quintero y su grupo llegaron a gobernar o a robar? La respuesta la obtendrán al revisar el siguiente listado de barbaridades e irregularidades que aquejan a Medellín. En Moravia, hay más de 130 personas viviendo debajo del puente de la Madre Laura. El Jardín Botánico, joya y motivo de orgullo de todos los antioqueños, fue abandonado y sus finanzas manejadas como si fuera la caja menor de la administración.
Los adultos mayores, que históricamente han sido atendidos con el respeto y la dignidad que merecen, han sido víctimas del descuido y la falta de empatía del alcalde quien ordenó suspender las clases de gimnasia y de manualidades. El doctor Quintero los ha dejado en absoluto abandono.
Los parques de Medellín adolecen del mantenimiento que merecen y que son necesarios para su buen funcionamiento. Por primera vez, la infraestructura está en ruinas. Las calles llenas de huecos y muchas de ellas invadidas por la basura y escombros.
Conduele ver cientos de muros y paredes colmadas de grafitis con mensajes soeces que agreden a los ciudadanos que se ven forzados a leer semejantes consignas cargadas de vulgaridad y odio.
El microtráfico pulula por todos los sectores. La zona de las litografías y el parque erigido en honor al maestro Botero, se convirtieron en un expendio de drogas a cielo abierto, como el emblemático Parque Lleras donde abundan las trabajadoras sexuales.
Hace algunos meses denuncié en este espacio la corrupción y el desgreño administrativo al que está siendo sometido el Hospital General, centro médico en el que hay múltiples escándalos relacionados con la contratación. Hace algunas semanas, se presentó una fuga de agua caliente, a más de 360 grados, poniéndose en riesgo la vida de muchísimos empleados y pacientes. Milagrosamente no hubo una catástrofe.
En la clínica de la 80 no hay suficientes médicos, razón por la que muchos del cuerpo de galenos del hospital general son trasladados a la clínica para atender las necesidades del servicio, con lo que se deja abandonados a muchísimos pacientes que requieren de un cuidado permanente.
La inseguridad ha llegado a un nivel semejante al de aquellos oscuros años del narcoterrorismo, obligando a que miles de personas, por físico miedo, prefieran permanecer en sus casas.
El alcalde es un sujeto resentido y revanchista. Detrás de ese tono aparentemente sereno y reposado, hay un ser mezquino y vanidoso que usa el poder para ajustar cuentas y cobrar venganza. Está el caso de la cantante que fue despedida de su lugar de trabajo por haber cometido el “delito” de no saludar a Quintero.
Hago votos porque la fiscalía atienda la denuncia del presidente Uribe y entre a investigar la montaña de irregularidades de la alcaldía de Medellín. Un ejercicio ponderado y riguroso arrojará una serie de evidencias que comprobarán que la administración Quintero es una empresa dedicada a la corrupción.