Por: Margarita Restrepo,

Representante a la Cámara por Antioquia.

Mientras escribo esta columna, culmina la recolección y tabulación de las encuestas que fueron contratadas con el fin de seleccionar al candidato del Centro Democrático a la presidencia de la República.

Como siempre, el proceso de selección sirvió para que los miembros del partido conociéramos a fondo las propuestas de cada uno de los 5 precandidatos. Quienes hacemos parte de la colectividad fundada por el presidente Uribe, tenemos la plena certeza de que todos nuestros precandidatos son personas íntegras, con conceptos claros y un profundo conocimiento del país, de sus necesidades y de sus prioridades.

Al margen de las preferencias, que son algo natural de la vida en democracia, la apuesta debe ser por la unidad del partido. Que este proceso de selección no deje heridas y que, en cambio, sirva como vehículo para la construcción de una gran propuesta política que incorpore los distintos puntos de vista de los precandidatos. Aunque ellos tienen puntos programáticos comunes, las diferencias en aspectos concretos son evidentes y no por ello causantes de división sino, al contrario, enriquecedores.

Sea quien sea el ganador, el uribismo podrá mostrar con orgullo a su candidato o candidata presidencial. Todos, insisto, tienen peso político específico y son prenda de garantía de que el programa uribista será defendido y enaltecido durante la campaña presidencial que comienza.

Nuestro propósito debe ser el de salvar la libertad democrática de la amenaza real que implica el proyecto que encabeza Petro. Para hacerle frente, se requiere de un programa político sólido que responda a las demandas ciudadanas y que goce del mayor respaldo popular posible. Por eso, resulta tan necesaria la consolidación de una coalición que sume esfuerzos de distintos sectores políticos.

Y en ese propósito, el uribismo debe jugar un papel activo que promueva y jalone. En nuestras manos está la de demostrar que mienten aquellos odiadores que, disfrazados de columnistas de opinión, insisten en impartir certificados de “defunción” de la carrera política del presidente Álvaro Uribe.

Recordemos lo que decían esas mismas personas en el año 2016, cuando se adelantó la campaña del plebiscito. Daban por descontada la aplastante derrota de la coalición del NO, liderada por el Centro Democrático. Millones de ciudadanos fueron señalados, vilipendiados, acusados de ser enemigos de la paz. Aquel domingo, la democracia habló y se encargó de desmentir todas las mentiras e infamias difundidas.

A los uribistas nunca nos ha tocado fácil ni nada nos ha salido gratis. Sabemos luchar y no nos rendimos ante las adversidades. Entendemos a la política como una actividad permanente, en la que el diálogo con los ciudadanos no puede interrumpirse, donde la defensa de unos postulados no cede frente a los cálculos de la política menor.

Tendremos candidato, tenemos programa político, tenemos millones de seguidores comprometidos con la defensa de los valores sobre los que se funda nuestra República, pero sobre todo, tenemos un partido que no dará su brazo a torcer frente a la amenaza neocomunista.