Nuevamente está sobre la mesa la propuesta de reformar a la Policía Nacional. Si bien comparto que la Institución esté sujeta a cambios que le permitan mejorar y continuar su labor en materia de seguridad, derechos humanos, capacidades tácticas y de inteligencia, entre otras, para fortalecerla, también es claro que nuestra policía se ha mantenido fiel a lo que establece nuestra Constitución Política en el artículo 218, que expresa la necesidad de tener “un cuerpo armado permanente de naturaleza civil, cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para que los habitantes de Colombia vivan en paz.”
Aquí no podemos olvidar que es gracias a esos 171.779 hombres y mujeres policías desplegados en el territorio nacional que hay seguridad y orden. Es imperativo recordarles a esos que con tanto ahínco critican, juzgan y condenan a la Policía, que esa Institución es pionera en el mundo, y que sus estándares de servicio son de los más altos en el hemisferio; de lo cual tenemos que sentirnos orgullosos.
Por supuesto que, como toda institución conformada por personas, y más con un número tan alto de miembros, hay errores y abusos de autoridad por parte de algunos integrantes de la Policía. Por ello no podemos desconocer que nuestro país lleva cerca de tres décadas en un proceso de depuración al interior de la institución para luchar no sólo contra violaciones a los derechos humanos, sino contra la corrupción y la permisividad con el narcotráfico y otras actividades ilegales de algunos de sus miembros, que gracias a Dios son la minoría. De ahí que toda conducta que se aleje de la Constitución y la ley debe investigarse y castigarse; pero lo que no puede pasar es que se estigmatice a toda la Institución, en la cual la inmensa mayoría de sus miembros a diario prestan su servicio con rectitud, entrega y compromiso con la Patria y el bienestar ciudadano.
Esta semana el presidente Iván Duque anunció una reforma a la Policía, que, entre otros aspectos, contempla el fortalecimiento del pie de fuerza en las calles con 34.000 nuevos efectivos en cuatro años. Así mismo se reforzará el Esmad, no sólo con más personal, sino que se robustecerá la formación y capacitación de sus integrantes, y se modernizará con elementos de protección e indumentaria; esta última, contempla la integración de cámaras de video en los cascos y código QR en los uniformes. Lo primero permitiría realizar transmisiones en vivo y verificar en tiempo real los movimientos en campo; y lo segundo, al ser escaneado, dará acceso completo a la identificación de los uniformados, así como a la unidad a la que pertenecen. Estos aspectos de la propuesta son importantes.
El proyecto de ley, que será radicado el próximo 20 de julio, también contempla la reestructuración de la Inspección General, un nuevo sistema de recepción de quejas y denuncias, nueva imagen institucional y la actualización del Estatuto Disciplinario para fortalecer la investigación y procedimientos sobre las conductas de los policías. Otro de los puntos informados que contiene la reforma, y que comparto plenamente, es la profesionalización de nuestros policías; para lo cual, sería creado el Centro Policial de Estándares y la universidad policial, lo que permitirá ampliar el conocimiento y las competencias de los uniformados, y mejorar su proceso de desarrollo para ascenso en la escala profesional.
Si bien la propuesta de reforma tiene aspectos valiosos como los mencionados anteriormente, la forma y el mensaje como se presentó fueron inoportunos y desatinados; entre otras cosas porque el énfasis se hizo en temas de Derechos Humanos, que pudiera generar dudas sobre el respeto a dichos derechos por parte de nuestros hombres de la policía. Igualmente, dicha propuesta de reforma se da en momentos de agitación social por bloqueos, paros y marchas donde los líderes de dichas acciones están haciendo creer que el problema es el Esmad y los demás miembros de la Policía que han intervenido, y no la incitación a la violencia que muchos de los que están en la calle hacen, ante lo cual la Policía tiene que reaccionar para recuperar el orden y la seguridad. A ello se suma lo que con indignación y rechazo hemos visto de maltrato e irrespeto al que han sido sometidos nuestros policías.
Es claro que los desafíos para Colombia en materia de seguridad son enormes y por eso comparto y apoyo los cambios y mejoras que pueda tener la Policía Nacional. Me parece bien que el gobierno del presidente Duque mantenga a la Policía en el Ministerio de Defensa y no como algunos han pretendido pasarla al Ministerio del Interior; entre otras cosas, porque correría el riesgo de politizarse, como ocurrió en la primera mitad del siglo 20, o como sucede actualmente en el vecino país de Venezuela.
Esta reforma, la primera que será discutida en un debate democrático en el Congreso, debe tener como único objetivo mantener y mejorar a la institución sin que se pierda el espíritu para el que fue creada, que no es otro que el de velar por la seguridad de todos los colombianos.
Reitero mi total respaldo a la Policía, quienes han servido con honor, entrega y sacrificio a esta Patria por más de 130 años.
María del Rosario Guerra
@CharoGuerra