José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
En medio de la pandemia, la industria láctea ha vuelto con el anuncio de ¡ENLECHADA!, para justificar baja de precio y disminución de compras al ganadero, arrastrando al mercado formal y al inmenso mercado informal de leche cruda, en el que ya el ganadero recibe un precio muy bajo.
Los economistas llaman “oligopsonio” al mercado con muchos compradores y pocos vendedores, convertidos en “dioses” de la plaza, decidiendo a quién comprar, cuánto y a qué precio; en fin, decidiendo quién vive y muere en el mercado.
Esa es la posición de la industria láctea. El esfuerzo de 320.000 ganaderos, la mayoría pequeños, produce más de 7.300 millones de litros de leche, pero la industria acopia menos del 50%; apenas 3.241 millones en 2019, concentrado en seis empresas con el 60% del acopio formal.
No obstante, la industria no está interesada en aumentar su capacidad, porque comprando la mitad de la producción ya “mangonea” el mercado, y el enorme margen de leche que se distribuye cruda, sin higienización alguna, siglo y medio después del descubrimiento de Pasteur, le permite gritar en cualquier momento ¡ENLECHADA! y cuadrar sus utilidades a costa del ganadero.
La industria debe crecer, sobre todo con productos para sectores menos favorecidos, pero no tiene mayor presión para hacerlo, mientras que los gobiernos sí han cedido ante los “cruderos”, que bajo el argumento de “lo social” esconden verdaderas mafias que se lucran del esfuerzo ganadero. Hoy, en Colombia, la comercialización de leche cruda debería estar prohibida en ciudades de más de 100.000 habitantes, pero la política pública se detuvo en ese aspecto durante la era Santos.
El Decreto 616/06 estableció el reglamento técnico para la producción y comercialización de leche, con la idea de modernizar el sector frente a la suscripción de TLC con productores mundiales como USA y la UE, pero los Tratados se firmaron y la ampliación del procesamiento nunca se dio, con argumentos populistas bajo la presión de los cruderos y el desinterés de la industria, que vio en los TLC la oportunidad para importar barato y anunciar falsas enlechadas. A mayo había importado 40.000 toneladas; cerca de 400 mil litros que dejaron de comprarle al ganadero.
El argumento de “enlechada” para bajar 5% el precio de compra y reducir 10% el acopio, como pretende la industria, además de falso, pues no hubo déficit en verano, ni hoy hay exceso, puede quebrar a cerca de 300.000 familias, una infamia en medio de la pandemia.
Hoy la utilidad de la cadena se concentra en la industria y el comercio, cuando lo que se necesita es leche colombiana para todos, a precio asequible, con utilidad razonable para todos y un precio decente para el ganadero, porque sin él…no habría nada.
Por ello, en representación de los campesinos que a diario madrugan al ordeño, lanzamos al Gobierno un SOS lechero.