Por: Nicolás Pérez
Senador de la República
“Colombia está de moda”
Pretender que nuestro País funcione sin petróleo es sencillamente absurdo. Nada más en el 2018 Ecopetrol le aportó al Estado $23,1 billones entre dividendos, impuestos y regalías. Además, a lo largo de la última década las transferencias que esta empresa ha realizado superan los $220 billones de pesos.
Asimismo, el petróleo y sus derivados representan el 40% de las exportaciones del País y el 8.6% de los ingresos de la Nación. Es decir, negar nuestra dependencia a la extracción de crudo y, en general, al sector de los hidrocarburos sería como tapar el sol con un dedo. La financiación de la inversión pública depende en buena medida de esta industria.
Sin embargo, para nadie es un secreto que las proyecciones del uso de los combustibles fósiles a futuro van a la baja. El impacto ambiental de esta industria es innegable y su relación de causalidad con la emisión de gases que agravan el efecto invernadero en el planeta hacen que, por ejemplo, varios países europeos hayan establecido que de 2025 a 2040 abandonarán por completo el uso de vehículos con gasolina.
Lo anterior, no significa que Colombia y el mundo vayan a eliminar de tajo el uso del crudo y sus derivados, pero sí marca una tendencia progresiva hacía el desuso del principal activo que ha dominado la economía durante los últimos 150 años y cuyo reinado, quizás, no le quede más que un par de décadas.
En este contexto, el País no se puede quedar anclado en el pasado y con total celeridad debe promover otros sectores que a futuro puedan compensar la eventual falta de ingresos provenientes del sector petrolero. Si bien es verdad que la generación de energías renovables es una opción más que interesante a la cual nos debemos aproximar, el turismo, tal como lo ha sostenido el Presidente, es un activo fundamental que debemos potenciar al máximo.
Como tal, a lo largo de los últimos 17 años pasamos de recibir 1´100.000 turistas en 2002 a 4´515.932 en 2019. Una cifra record que está impulsada por el mejoramiento de la seguridad y las condiciones de inversión. Mientras que nadie volteaba a mirar a Colombia cuando reportaba 3.572 secuestros anuales en el 2000, hoy en día nuestro País es un referente regional en este sector.
Tan es así, que mientras en América Latina de 2018 a 2019 el turismo decreció un 3.5%, en Colombia, en el mismo periodo de tiempo, aumentó un 2.7%. Es decir, una diferencia de 6.2%, lo cual se vio reflejado en una ocupación hotelera que llegó al 57.9%, la más alta en 30 años. En otras palabras, Colombia está de moda.
Lo anterior, es resultado, por un lado, de la estructurada agenda de promoción que ha ejecutado el Gobierno Nacional, la cual se concretó en 2019 con 17 nuevas rutas aéreas internacionales y 469 actividades de ProColombia y el Ministerio de Comercio para atraer inversión extranjera. Por otro lado, es la respuesta a los incentivos tributarios que se le dieron al sector turismo y que de 2003 a 2018 permitieron construir 52.373 habitaciones nuevas por un valor de $5.7 billones.
La meta para este año es llegar a 4.9 millones de turistas y a 2022 se espera incrementar esa cifra a 6 millones de visitantes anuales. Una proyección de crecimiento que permitirá el robustecimiento de un sector que, hoy en día, genera 1.9 millones de empleos y aporta 2% del PIB.
Aunque nuestra actualidad nos exija mantener la dependencia al sector de los hidrocarburos, el crecimiento sostenido del turismo en Colombia abre una invaluable puerta de oportunidades de inversión, empleo y recaudo tributario. En un tiempo donde estamos presenciando el comienzo del fin de una de las actividades más rentables que ha creado la humanidad, la recepción de visitantes se avizora en el horizonte como una actividad sostenible, con viabilidad social, financiera e institucional y con todo el potencial para financiar las obras, hospitales, colegios y carreteras que planeamos en el Presupuesto General de la Nación.