Por: John Harold Suárez Vargas

Senador de la República

 

El título corresponde a la célebre frase del expresidente, Darío Echandía, pronunciada el 9 de abril de 1948 después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, que cobra vigencia al trasladarla a muchos de quienes hace un año se posesionaron en los diferentes cargos de elección popular para gobernaciones, asambleas, alcaldías y concejos, después de vencer en las urnas a miles de aspirantes con sus promesas de campaña y de trabajo incansable.

Es comprensible, hasta cierto punto, que los sectores público y privado no estuvieran preparados para afrontar esta pandemia, pero no es disculpa para que los gobernantes evadan sus responsabilidades. A muchos de ellos les ha quedado grande su cargo defraudando a sus electores y a sus comunidades, pues un alcalde y un gobernador no trabajan solo para los que lo eligieron, sino para todos los habitantes de sus territorios.

En esta pandemia hemos escuchado anuncios hechos desde el año anterior de la compra de respiradores que han resultado ser falsas promesas, pues las cifras que muchos muestran como aumento de capacidad de UCIS, obedecen a gestión del Gobierno Nacional, clínicas privadas y algunas EPS. La improvisación, la corrupción, la inacción, la evasión de responsabilidades, el protagonismo en redes sociales y en medios de comunicación, ha sido el común denominador en esta emergencia por parte de muchos quienes hace más de un año celebraban su triunfo electoral.

No se entiende cómo algunos alcaldes y gobernadores en este nuevo pico de la pandemia abandonen sus territorios saliendo de vacaciones, dejando a su suerte a sus comunidades con mensajes irónicos: “quédense en casa mientras yo si viajo a descansar”. El último en abandonar el barco es el capitán, pero vemos como muchos no tienen vocación de capitanes, servicio, sensibilidad social, responsabilidad, sacrificio y capacidad de trabajo, evadiendo el compromiso de dar lo mejor de sí en la búsqueda del bienestar de sus ciudadanos.

También resulta incomprensible como en algunas ordenanzas y acuerdos municipales sobre el presupuesto 2021 se hicieron aumentos desmedidos en los diferentes tributos, castigando de forma severa el bolsillo de todos, cuando, por el contrario, las medidas deben estar direccionadas en pro de alivios en programas sociales y en garantizar las fuentes de trabajo formal. Esa no es la solución para las golpeadas finanzas locales, así como tampoco lo es la venta de activos productivos, pues deben contemplarse otras opciones, como la austeridad en el gasto, en la contratación y en priorizar inversiones.

Pero, así como la pandemia ha mostrado la debilidad de muchos líderes, esta semana que termina tuve la gratísima experiencia de acompañar durante dos días a las Juventudes del Centro Democrático del Valle del Cauca en la jornada social de entrega de tapabocas a los ciudadanos de Ansermanuevo, Cartago, Obando, La Victoria, La Unión, Roldanillo, Zarzal, Andalucía, San Pedro, Tuluá, Riofrio y Trujillo, que se vio interrumpida por las medidas de toque de queda. En todos los municipios visitados pude palpar el respeto de la mayoría de las personas, sus ganas de salir delante, de trabajar y superar esta crisis.

Fue emocionante y esperanzador encontrar en este maravilloso grupo compuesto por jóvenes estudiantes y profesionales, vocación de servicio, sensibilidad social, ilusiones y propuestas para un mejor país. Ellos serán los futuros líderes, encargados de asumir ese relevo generacional con mística y dedicación, trabajando por un país donde el respeto en la diferencia debe ser fundamental si queremos progreso y bienestar. Estoy seguro que en los diferentes movimientos políticos también hay grupos de jóvenes que buscan lo mismo, y esto es refrescante y esperanzador para nuestra democracia, pero debe ser siempre con tolerancia y argumentos en las propuestas, sin ofensas, calumnias ni verdades a medias.