El Centro Democrático tiene la responsabilidad histórica de recordarle al país el atropello contra el plebiscito, y la responsabilidad política de advertirle las consecuencias

En medio de una pandemia aterradora por la zozobra permanente de la enfermedad y la muerte, y devastadora para la economía y las posibilidades de desarrollo, el país recuerda el día en que, hace cuatro años, contra toda evidencia y a pesar del más descarado abuso de poder, se impuso el NO en el plebiscito para evitar la entrega de nuestras instituciones republicanas en favor de la impunidad. No es una conmemoración, es un fatal aniversario.

El 2 de octubre de 2016, la voz y la voluntad del pueblo, en su legítima condición de constituyente primario, se expresaron en contra del Acuerdo con las Farc, pero fueron luego atropelladas por un gobierno ilegítimo que, a partir de entonces, dejó de ser democrático, porque el respeto de la voluntad popular a través del sufragio es de la esencia de la democracia.

El Centro Democrático, que lideró la posición triunfadora del NO al Acuerdo, tiene la responsabilidad histórica de recordarle al país ese ataque a nuestras instituciones por parte de una de ellas: el Gobierno Nacional, que debía velar por su preservación y fortalecimiento.

El Centro Democrático tiene la responsabilidad política de insistir en advertirles a los colombianos de las gravísimas consecuencias que ese atropello ha generado, y de las que están por venir si el país se deja arrastrar hacia un régimen socialista y totalitario, como los que han destruido el presente y el futuro de algunos países de la región.

Fuimos estigmatizados durante ocho años como enemigos de esa paz estable y duradera que nunca llegó, porque la paz se construye, no se firma.

Advertimos que las Farc incumplirían sus compromisos con la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, y los han incumplido sistemática y cínicamente.

El NO en el plebiscito rechazó la “justicia restaurativa” de la JEP, sembrada en la mentira de Santos de que habría cárcel para delitos atroces y lo que hubo fue impunidad total; impunidad que hoy ofende a las víctimas y las revictimiza.

Por ello, el Centro Democrático reitera la necesidad de eliminar la JEP como un instrumento de impunidad selectiva frente a décadas de violencia narcoterrorista y delitos atroces contra el pueblo colombiano.

El NO en el plebiscito rechazó las curules para las Farc, y el gobierno Santos se comprometió a que sus jefes no podrían participar en política sin pagar sus penas “restaurativas” de entre cinco y ocho años de restricción de la libertad. Otra mentira. Hoy, los que no están en el monte, siguen en el Congreso sin cumplirles a las víctimas con la verdad, la reparación y sin asomo de justicia.

El Centro Democrático insta al Gobierno Nacional a una persecución implacable contra el exjefe negociador Márquez y el excongresista y narcotraficante Santrich, que hoy amenazan al país con una segunda Marquetalia, con la protección y el apoyo de la narcodictadura venezolana.

El NO en el plebiscito rechazó la negociación de la política antidrogas con la principal mafia del narcotráfico, y hoy, con más de 200.000 hectáreas de cultivos ilícitos, cargamos otra vez con la vergüenza de ser un narcoestado.

Por ello, el Centro Democrático reitera la necesidad de elevar la lucha contra el narcotráfico, fuente de violencia en campos y ciudades, a prioridad de seguridad nacional, y de utilizar instrumentos que dieron resultados en el pasado, principalmente la aspersión aérea controlada con glifosato para atender esta emergencia nacional.

La violencia ha vuelto a los campos, de la mano del narcotráfico y su lucha a sangre y fuego por el control territorial que ampara los cultivos y las rutas de la droga.

La violencia crece en las ciudades con el microtráfico, que acecha a la juventud y financia el vandalismo en la protesta callejera, manipulada además con intereses políticos: una amenaza desestabilizadora que surgió de la derrota electoral y se cumple implacablemente.

Y mientras se promueve la violencia en campos y ciudades, se culpa sumariamente al Gobierno de esa violencia, al tiempo que se avanza en una peligrosa campaña para deslegitimar, judicializar y, por esa vía, neutralizar a la Fuerza Pública.

El caos es el ambiente propicio para falsos salvadores que buscan arrastrar al país al abismo que ya conoció Venezuela. Es responsabilidad histórica y política del Centro Democrático advertirle al país y trabajar con denuedo para evitarle ese mañana incierto. Nos acompañan la razón y nuestra fe en Dios y en el pueblo colombiano.