Por: José Félix Lafaurie Rivera 
15 de mayo de 2018
Tumaco: “La Perla del Pacífico”, «Distrito Especial, Industrial, Portuario, Biodiverso y Ecoturístico», como si la realidad  cambiara vestida de oropel. Con 200.000 habitantes, está otra vez a oscuras y sitiada por 23.000 hectáreas de coca del ELN, las “disidencias” farianas y las bandas criminales.
En octubre de 2017, el presidente anunció 6.500 efectivos para custodiarla “por cielo, mar y tierra”. En enero, el vicepresidente abrazó a los lugareños y anunció grandes éxitos en sustitución, como si la realidad cambiara con anuncios. Finalmente llegaron 2.000 uniformados, pero siguen volando torres y reaparecieron las casas de pique, una vergüenza que nos coloca en los límites de la irracionalidad primitiva.
Catatumbo: emporio cocalero gerenciado desde Venezuela, abandonado por el Estado y asentamiento histórico del ELN, que hoy pelea a muerte con “los pelusos”. El paro armado puso en evidencia la debilidad del Gobierno, a pesar de los anuncios del vicepresidente de ¡12.000 efectivos! Otra vez la fantasía de que la realidad se transforma con anuncios, consejos de seguridad o solo con soldados.
Chocó: Pobreza y violencia. A una hora de Quibdó, un símbolo de impotencia local e indolencia del Gobierno Nacional. Más de 60 dragas y retroexcavadoras, según Codechocó, consumaron una absurda tragedia ecológica.
El Gobierno, mostrando un afán que no tiene, en un acto de ingenuidad -¿cinismo?- decretó la “suspensión temporal de todas las actividades mineras” y la policía dinamitó algunas máquinas, como lo ha hecho antes, pero dejando para enmarcar la sentencia de la Corte Constitucional que le dio seis meses al Gobierno para iniciar la erradicación de la minería ilegal en el Río Atrato. Como si los fallos de la Corte lograrán cambiar la realidad de este país con leyes pero sin legalidad, cuya recuperación es propuesta central de Iván Duque.
Corrupción: Mientras el CNE exoneró a Óscar Iván Zuluaga, las campañas de Santos siguen investigadas. Odebrecht, Reficar, mermelada para aprobar un Acuerdo contra la voluntad popular, y los carteles de todo, desde la comida de los niños hasta la justicia como mercancía.
Narcotráfico: Santos recibió el país con 46 mil hectáreas y, doblegado por las Farc, lo entrega con 200.000, negocia con ellas la política antidrogas y nos deja el microtráfico como fuente de violencia urbana y amenaza para nuestros jóvenes. Frente al desastre, el Fiscal denuncia el fracaso de la política y pide revisar el desmonte de la fumigación, mientras el Congreso, ahíto de mermelada, empieza a revisar la dosis mínima.
Y mientras tanto, ¿dónde está el piloto?  En gira europea de despedida,  anunciando negociación con el ELN, dando y recibiendo honores, como si las medallas cambiaran la realidad de Tumaco, Catatumbo y el Chocó, y del país ahogado en corrupción y narcotráfico.
¡El país que nos deja!
@jflafaurie