Por: Ciro Ramírez
Senador del Centro Democrático
Llegó al Congreso el Presupuesto General de la Nación (PGN) apretado y con recortes en la inversión. Además del pago de la Deuda que corresponde al 44.4% del PIB colombiano.
Un presupuesto que alcanza los $259 billones, de los cuales $243 billones se financian con ingresos de la nación y $16 billones con recursos propios de las entidades descentralizadas del orden nacional; en gasto e  inversión tenemos un rubro de 192. 5 billones; el resto se lo come la deuda, y aunque en las discusiones del presupuesto pasado, el Ministro de Hacienda hacía cálculos de 300 billones para el 2019, la meta se quedó corta. Y eso que las tres reformas tributarias del Gobierno que salió alcanzaron a permitirnos un recaudo de emergencia en tiempos de contracción económica desde 2014.
La presentación de este presupuesto para la vigencia 2019, nos deja tres preocupaciones: 1. La inversión en los sectores más productivos de la Nación viene con un recorte del 13% en el sector agrícola, dejándolo en 2.01 billones, (y eso que el agro fue uno de los sectores que más le aporto el PIB en 2017), ciencia y tecnología tiene un recorte del 32% equivalente a 109 mil millones ambiente y desarrollo del 19% con recorte de 133 mil millones y Minería con un recorte de 1.4 billones. Esto por nombrar algunas cifras de lo que se viene en las discusiones.
Lo importante aquí es que desde un principio estamos reconociendo una estructura presupuestaria que no se ajusta a los programas de repunte económico que nos planteó el gobierno Santos, pero que -de todas formas- se presta a la discusión, redistribución y ajuste del monto para que 2019 no vaya a tener sorpresas de último momento, máxime cuando el presidente Iván Duque propone un cambio hacia el crecimiento de la Economía Nacional, devolviéndonos el ritmo de la producción a niveles superiores al 4%.
En el otro lado está la Reforma Tributaria, otro reto para las comisiones económicas pues apenas se matricule en el Congreso, tendremos que dar una discusión larga y sobre todo, apoyada en las mentes expertas en materia fiscal del país, si bien es cierto que la comisión de gasto nos dejó unas recomendaciones de ajuste en el aforo fiscal, se necesita el empujón de la academia, los gremios y la representación social para hablar de cargas tributarias en el país.
Hasta el momento hay pánico y confusión de lo que serán los rasgos de tributación aparentemente destinados con toda su fuerza a las familias colombianas, pero como todo, hasta que no se dé el pitazo para iniciar el partido tributario, no podemos dar cuenta de que los impuestos recaigan con fuerza sobre la clase media del país.  Esperemos, pues el Ministro de Hacienda tiene una tarea difícil con el congreso, de todas formas en las comisiones económicas vamos a dar la pela ante cualquier indicio de regresividad tributaria, pero también apoyaremos las buenas prácticas en materia de control a la evasión y elusión.
Vamos a tener que discutir con alta profundidad técnica a partir de ya antes que nos coja la noche con ajustes innecesarios e improvisados, pues es el bolsillo de los colombianos el que se toca y son sus ingresos los que deben salir a responder, en una Colombia que tiene una informalidad del 63% total nacional y del 46% en las áreas metropolitanas.