Apreciado Presidente Uribe:

Hace un mes que la sala de instrucción de la Corte Suprema dictó medida de aseguramiento en su contra y me pareció oportuno hacerle llegar estas líneas. Empiezo por decirle que hace muchísima falta usted en este Congreso y, por supuesto, en nuestra bancada. Nos privamos del senador más votado de la historia y de lejos, del más destacado, de la luz más clara, del referente y faro de las mayorías por su disciplina, dedicación y conocimiento. Muchos celebraban el paso de su caso a la Fiscalía, yo advertía que no había nada que celebrar, usted debería estar aquí en este Senado de la República, fue la decisión de más de 800.000 colombianos que votaron por usted, usted presidente Uribe, jamás debió pasar de acusador a acusado. Celebran la medida contra usted los enemigos de la libertad y la democracia, los de aquí y los del mundo entero, los que usted ha combatido con toda determinación y contundencia a lo largo de su extensa y ejemplar carrera política.

Usted, presidente, es un secuestrado político. Un secuestrado político de las fuerzas mafiosas y criminales que históricamente ha enfrentado y que en sus ocho años de gobierno fueron reducidas a su mínima expresión, pero que encontraron apoyo y respaldo en los ocho años del gobierno Santos y que siguen ocupando espacios en la institucionalidad colombiana.  Santos, el que se hizo elegir en 2010 con unas ideas para gobernar con otras, se robó la reelección de 2014 con los dineros corruptos de Odebrecht y el montaje del hacker de su socio Montealegre y que desconoció el plebiscito de 2016 para dejarnos tres Farc: una en el congreso, otra armada regada y fortalecida por toda Colombia, y otra en Venezuela. Es Santos el principal responsable de este desorden y el montaje infame y miserable contra usted, tiene su sello. Cada día que pasa salen a la luz pública más piezas de este entramado criminal que deja al descubierto el más grave problema que enfrenta nuestra sociedad: la ausencia de justicia que deriva en impunidad, que promueve la corrupción y profundiza la desconfianza y el desconcierto de los ciudadanos. Qué ironía presidente, usted que lo ha dado todo por esta Patria con total dedicación y transparencia, privado de la libertad por un montaje, y un personaje siniestro, perverso y oscuro como Santos completamente impune. Cuando veo en la plenaria del senado a varios criminales de lesa humanidad, asesinos, narcotraficantes, violadores de niños, proxenetas y reclutadores de menores, desfalcadores profesionales y reconocidos de la salud y la educación, promotores y defensores de narco terroristas, y otro integrante del grupo terrorista que junto a Pablo Escobar perpetraron  la  toma del Palacio de Justicia que derivó en el  asesinato entre otros, de 11 magistrados de la Corte; cuando los veo a ellos ocupando curules y la suya, presidente Uribe, vacía, queda en evidencia el tamaño de la  herida que se le ha causado a nuestra democracia, y la dimensión del  desafío que enfrentamos para recuperar el camino de  legalidad y justicia que reclaman los colombianos.

¿Sabe por qué recuerdo hoy a los magistrados asesinados en la toma del Palacio de Justicia?, porque la magistrada Fanny González Franco paisana mía (el Palacio de Justicia de Manizales lleva su nombre), antes de ser asesinada pronunció unas valientes y patrióticas palabras que terminan así: “si es designio que yo muera para que se conserven inmaculadas las instituciones jurídicas y vuelva la paz a Colombia, entonces que Dios, el presidente y las Fuerzas Armadas salven la Patria. Muero, pero no me doblego”.  Magistrados como la doctora González Franco representaban la majestad de la justicia en todo su esplendor, ellos jamás habrían desconocido las pruebas del computador del narco terrorista Raúl  Reyes, por ejemplo,  jamás se habrían prestado para persecuciones políticas, jamás habrían permitido carteles de ningún tipo y nunca habrían exigido  respeto por sus decisiones, no sería necesario; el pueblo y la  sociedad toda los respetaba porque eran respetables; pero presidente, regresando a las palabras de la magistrada Gonzále: no se conservaron inmaculadas las instituciones jurídicas. ¿Qué pensarán de esto los magistrados Bustos, Malo y Ricaurte, del cartel de la Toga? ¿Qué pensarán Barceló y los que le dictaron a usted medida de aseguramiento? Tampoco regresó la paz presidente Uribe, algunos gobernantes han confundido paz con amnistías e impunidad, pero esta última no produce paz. El único proceso de paz que ha dado resultados fue el suyo, desmovilizó cinco veces más criminales que Santos, estos pagaron cárcel, nunca tuvieron elegibilidad política y los jefes paramilitares que no cumplieron fueron extraditados. Si Santos no traiciona a los colombianos y su legado estaríamos en paz, con menos pobreza, más desarrollo y menos desigualdad, y sin ese crecimiento exponencial del narcotráfico que por cuenta de los fraudulentos acuerdos, quedó debidamente protegido y blindado, y que es el combustible de todas las violencias.

Presidente Uribe, usted ante el tribunal que sea, ante el pueblo colombiano y ante el mundo defenderá siempre su honorabilidad. Resplandecerá la verdad por encima de quienes han querido reescribir la historia para sus oscuros fines, tratando de mancillar su nombre y su inmenso legado. Que Dios lo bendiga presidente y la Santísima Virgen lo siga acompañando. Seguiremos a su lado y en compañía de millones de colombianos que le tienen inmensa gratitud, que lo quieren, admiran y respetan, librando esta batalla para que nunca caiga ese muro de contención que usted ha construido y defendido para impedir que el socialismo promotor de corrupción y miseria se tome a Colombia. Usted muy bien lo ha dicho: “Mucho cuidado con el 2022”