Por: John Harold Suárez Vargas

Senador de la República

 

Sorprenden positivamente las cifras reveladas esta semana, por el Ministerio de Educación Nacional sobre la deserción en educación básica y media, la cual fue del 1.1%, es decir de 9.352.427 millones de alumnos, 102.880, suspendieron sus actividades académicas por diferentes circunstancias acrecentadas por la pandemia. Si bien es un porcentaje mucho menor a los pronósticos, es necesario desarrollar acciones que permitan la reincorporación de estos niños al sistema, para restablecer su pleno derecho a la educación y a su permanencia.

Uno de los desafíos más grandes que enfrenta Colombia en materia de educación son las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia, para no interrumpir los procesos educativos tanto en instituciones públicas como privadas y de esta manera seguir la lucha contra la deserción escolar.

Es el momento de agradecer a los directivos, padres de familia, estudiantes y especialmente a los profesores, quienes, en su gran mayoría, en medio de las dificultades económicas, técnicas y emocionales, han realizado su mejor esfuerzo para llevar el conocimiento a nuestros hijos. Así cómo los médicos realizan su juramento hipocrático, casi todos ellos han demostrado su amor y vocación por esta hermosa profesión como lo es la docencia. Muchos añoran ese contacto físico diario con sus alumnos, donde más que un profesor, actuaban como guías, formadores de valores y en muchos casos se convirtieron en sus confidentes.

Desafortunadamente, algunos profesores alejados de su labor misional, aun en medio de la pandemia, promueven el repudio hacia un sector político con dinámicas de odio, escudados en textos poco objetivos de la historia de nuestro país, abusando de su autoridad, con el único fin de servir a sus causas políticas personales, profanando el derecho a los niños al libre desarrollo de su personalidad.

Se han cometido errores y aciertos en esta nueva realidad en los procesos de educación, pero es una única oportunidad que nuestro país no debe dejar pasar por alto para la trasformación completa de nuestro modelo educativo, como por ejemplo  rediseñar los PEI (Proyecto Educativo Institucional), entre otros aspectos, con énfasis en las competencias del conocimiento que demanda el sector productivo, enfocadas en ciencia, tecnología, análisis crítico y emprendimiento, promover la cultura del ahorro y el manejo del dinero,  con altos estándares de calidad. El modelo de alternancia servirá para transformar las aulas,en espacios de desarrollo social y emocional de los jóvenes, promoviendo valores de respeto, solidaridad, tolerancia y solución de conflictos, creandoespacios de diálogo, en los cuales nadie sea discriminado. También, será el lugar de desarrollo de talentos artísticos, deportivos y de emprendimientos.

Finalmente, resaltamos el importante y necesario rol de los padres de familia, así mismo de los diferentes docentes, quienes han tenido una participación mucho más activa en impulsar el desarrollo educativo de los alumnos.