Por: Margarita Restrepo

Le asiste toda la razón a la ministra de Relaciones Exteriores, Claudia Blum cuando afirma que las tales disidencias de las Farc deben ser catalogadas como un incumplimiento por parte de la guerrilla al acuerdo de paz firmado por Santos.

La declaración, ha causado un revuelo innecesario e inexplicable, pues reboza de sensatez y sentido común. El acuerdo de La Habana tuvo dos cabezas visibles. Por parte de Santos, estaba el señor Humberto de la Calle y por parte de los terroristas, estaba el narcotraficante ‘Iván Márquez.

Ellos dos lideraron los diálogos y encabezaron las respectivas comitivas. Al final del día, fueron ellos quienes engendraron la criatura que en su momento fue rechazada mayoritariamente por el pueblo colombiano, en un plebiscito que fue desconocido descarada e ilegalmente por Juan Manuel Santos.

Recuerden ustedes que de la Calle se refería a ese documento como “el mejor acuerdo posible”.

2 de las 10 curules que Santos le regaló a las Farc -¡Por 12 años!- les correspondían a ‘Márquez’ y a ‘Santrich’, capos del narcotráfico sobre los que pesan sendas solicitudes de extradición emitidas por jueces de los Estados Unidos. Además, hay jugosas recompensas: 10 millones de dólares por cada uno de ellos.

El paso del tiempo nos ha confirmado que quienes nos oponíamos al acuerdo, no lo hacíamos por capricho ni por ser “enemigos de la paz” como nos han calificado infamemente desde los cuarteles de la extrema izquierda y del santismo.

Los hechos son tozudos. Las Farc continúan delinquiendo. Unos pocos cabecillas de esa banda se quedaron en las ciudades posando de dirigentes políticos, burlándose de las víctimas, haciendo caso omiso de sus obligaciones y compareciendo ante los sainetes montados por la JEP, tribunal cuyos magistrados se confunden con los abogados y colectivos que defienden y justifican las atrocidades de la guerrilla.

Nos preguntamos insistentemente dónde están los niños reclutados forzosamente. Denunciamos sin cesar que esa práctica continúa en todo el país. No hay semana en la que no recibamos la dolorosa noticia respecto de nuevos casos de niños arrancados de sus hogares para ser llevados a los campamentos terroristas de los cabecillas de las Farc.
‘Márquez’ y ‘Sántrich’, escondidos en Venezuela, controlan el sucio negocio del narcotráfico que Santos les dejó intacto. Miles de hectáreas cultivadas con coca son controladas por las Farc. Los antros para el procesamiento de clorhidrato de cocaína están en las zonas donde históricamente han delinquido las Farc y el tráfico de esa sustancia maldita corre por cuenta de los aliados de esa banda terrorista incrustados, la mayoría de ellos, en las más altas esferas de la dictadura venezolana.

¡Claro que las Farc están incumpliendo! Su voluntad de paz es nula. Sus cabecillas solamente están interesados en que se les garantice la impunidad. Otros, como ‘Márquez’ -nunca olvidemos que él es el coautor del acuerdo- se concentran en mantener incólumes sus fortunas, a través del narcotráfico. Y, mientras tanto, sus más peligrosos matones, continúan asesinando soldados y policías en nuestro país.


Cualquier persona mínimamente serena llega a la conclusión de que eso que se está viviendo está a años luz de ser catalogado como la paz. Puede que haya unos pocos integrantes de la base de la guerrilla que efectivamente estén cumpliendo su compromiso de abandonar la violencia. Aquello merece todo el respeto y respaldo. Pero la columna vertebral de las Farc sigue intacta, razón por la que continuaremos registrando los incumplimientos a los que hizo referencia en días pasados la señora Canciller de la República.