Alejandro Corrales

Senador Cafetero

 

Las antidemocráticas decisiones que se han tomado dentro de EPM por cuenta del alcalde de Medellín, Daniel Quintero son indignantes más no sorpresivas, desde el primer momento se conocía la simpatía del hoy alcalde con la forma de hacer política del senador Gustavo Petro, personajes políticos que no saben lo que es generar empleo y que ante la crítica o el desacuerdo toman posturas dictatoriales.

El alcalde Quintero y su gerente Álvaro Rendón pasaron por encima de la junta directiva de EPM, tomaron decisiones sin consenso alguno, ignorando una junta con miembros de larga trayectoria en el sector privado.

En campaña Quintero hablaba de Empresas Públicas de Medellín como un tesoro, pero hoy piensa repartirla entre él, su gerente y una junta directiva de amigos que solo den su firma y le den control total sobre una de las empresas más importantes de la región.

Insisto ¿Por qué habría esto de sorprendernos?

El hoy alcalde apoyó la campaña presidencial de Gustavo Petro y aunque hoy parezca alejarse del bando progresista, sus acciones dicen todo lo contrario. Por su lado Petro, en sus años al frente de la Alcaldía de Bogotá demostró, al igual que Quintero, sus pocas ganas de trabajar de la mano con el sector privado, implementó un modelo de aseo que en los primeros días demostró ser un fracaso, tanto así que la Procuraduría optó por destituirlo.

La lucha de clases promovida por ciertos sectores políticos crea un falso dilema y un odio hacia el sector privado, poniendo en riesgo la estabilidad económica del país y acabando con el ánimo emprendedor de la población. Esas utópicas ideas que promueven la ley del menor esfuerzo y hablan de derechos, pero nunca de deberes son las que hoy tienen a un país como Venezuela, líder mundial en petróleo sufriendo desabastecimiento, produciendo solo 10 mil barriles diarios en una de las seis refinerías que tiene PDVSA.

Si de algo estoy seguro es que la generación de empleo debe venir en su gran mayoría del sector privado, de la inversión extranjera y del fomento para la generación de empresa nacional, solo así podremos empezar a hablar de una reducción real del Estado y una reorientación de los recursos para otros temas.

Si no cuidamos lo nuestro y permitimos que políticos se entrometan en temas de índole empresarial sin una debida asesoría o participación del sector privado podremos estar arriesgando lo que tanto esfuerzo nos ha costado construir, además de empleos y el desarrollo social y económico de la nación.