Por: Nicolás Pérez
Senador de la República
¿Vale la pena que se le otorgue una curul al candidato que queda en segundo en la elección a la Alcaldía o la Gobernación? ¿Le niega esta decisión la posibilidad a otra persona de ocupar una posición en la corporación? ¿Se convertirán los ex candidatos y nuevos concejales o diputados en los jefes de sus bancadas?
Una de las innovaciones más interesantes del Estatuto de la Oposición consiste en la posibilidad que tienen los candidatos que siguen en votación al ganador de los cargos uninominales de ostentar una curul en la respectiva corporación, Concejo o Asamblea, la cual a nivel local será estrenada el próximo primero de enero tras las elecciones regionales de este año.
En promedio, aquellos candidatos que quedan de segundos en las elecciones locales, salvo casos excepcionales, ostentan entre el 25 % y el 35 % de la votación total, lo cual implica que, como mínimo, una cuarta parte de la ciudad o el departamento respalda la visión de desarrollo que este propuso en la campaña.
Por eso, esta figura es una verdadera innovación que sin lugar a dudas fortalecerá el debate democrático en las regiones, dado que la fuerza política que no se logró materializar en un gobierno, sí se traduce en una representación nada despreciable en la corporación que le tendrá que aprobar o desaprobar las iniciativas al mandatario.
En este contexto, los 32 contendientes directos a las gobernaciones y los 1101 a las alcaldías tendrán que, si aceptan esa curul, organizar un plan de trabajo que los mantenga vivos políticamente durante este cuatrienio.
En efecto, será un reto para ellos lograr convertirse en la cabeza de sus colectividades. Un buen ejercicio de independencia, o inclusive oposición, donde se realice un control político integral a la actuación de la administración les permitirá tener tal nivel de visibilidad ante la opinión pública que, perfectamente, se pueden proyectar como los candidatos a la Alcaldía o la Gobernación para dentro de cuatro años.
Sin embargo, esa tarea no es fácil y mucho menos es el resultado automático de tomar la decisión de aceptar la curul. Requerirá que el ex candidato tenga la capacidad de lograr el respaldo mayoritario, y ojalá unánime, de su colectividad, lo cual no se logra con imposiciones autoritarias, sino como consecuencia de la mezcla entre la firmeza y el consenso que un verdadero líder debe tener.
Hasta ahora siempre habíamos considerado el segundo lugar como un premio de consolación que poco o nada sirve. No obstante, con esta nueva realidad institucional se convierte en una ficha interesante en el ajedrez político local.