Por: Margarita Restrepo
Los uribistas hemos tenido que navegar con la corriente en contra. En medio de una tremenda controversia y persecución logramos forjar al Centro Democrático, colectividad desde la que, organizadamente, lideramos la oposición al gobierno entreguista de Juan Manuel Santos.
A pesar de los acosos, de los abusos de la justicia en contra de nuestros líderes y dignatarios, nos consolidamos como la corriente política más importante e influyente de la nación.
Ganamos la primera vuelta de las elecciones de 2014 y perdimos aquellas elecciones en las que Óscar Iván Zuluaga enfrentó a Santos, gracias a un montaje realizado por los impresentables Eduardo Montealegre y Jorge Fernando Perdomo.
Llegó el 2016, año definitivo para Colombia. El gobierno de entonces y las Farc llegaron a un acuerdo nocivo para la salud de la República, el cual fue recibido con bombos y platillos por la izquierda y la ‘socialbacanería’ que tuvieron de su lado a cientos de medios y periodistas debidamente ‘enmermelados’.
A pesar de todas las presiones, la opinión pública ha estado de nuestro lado porque somos el partido que se conecta e interpreta a las mayorías ciudadanas. Aquello nos permitió ganar el plebiscito que fue robado y un año y medio después las elecciones presidenciales, no sin antes habernos consolidado como la primera fuerza parlamentaria del país.
No le tememos a la controversia ni nos acomodamos a las circunstancias. Luchamos y trabajamos sin descanso independientemente de si el escenario es favorable o adverso. Cuando el viento sopla en contra, nos elevamos como las cometas.
A finales del año pasado se llevó a cabo el procedimiento de designación de nuestro aspirante presidencial. Óscar Iván Zuluaga buscará por segunda vez la presidencia de la República. Es un candidato de las más altas calidades, en todos los aspectos y es, de lejos, la persona indicada para hacerle frente a la amenaza neocomunista encarnada en el antiguo miembro del grupo terrorista M19, Gustavo Petro.
Quienes estamos en el quehacer político tenemos el deber de hacer una lectura desapasionada de las circunstancias. La coyuntura actual es muy distinta a la que normalmente se presenta en tiempos de campaña. Este año no está en juego el poder político sino la supervivencia de la democracia y de los valores de la República forjada por los padres de la Patria.
Me decepciona la mezquindad y la miopía de algunos precandidatos, muchos de ellos inviables a la luz de las encuestas, que se han dado a la tarea de maltratar y despreciar al Centro Democrático, único partido que hoy por hoy tiene una inmensa base de militantes que son activos.
Los insultos terminan llegando a millones de colombianos que creen en las ideas del presidente Álvaro Uribe Vélez. Es, al final del día, a quienes están vilipendiando los altaneros que con soberbia resolvieron bloquear el ingreso de nuestro candidato Óscar Iván Zuluaga a la coalición que se ha dado a conocer con el nombre de ‘Equipo por Colombia’.
Los asuntos de la mecánica política son secundarios. Lo importante es la conexión con la gente, la elaboración de un programa de gobierno que incorpore las soluciones a los problemas de nuestros conciudadanos. Aprovechamos cada instante y cada oportunidad para hacer proselitismo en las calles.
Emociona ver al presidente Uribe caminando por las calles de Colombia entregando mano a mano volantes con el texto de una carta suya a todos los compatriotas. Lo mismo estamos viendo con Óscar Iván quien ha estado haciendo campaña de manera ininterrumpida. Si no hay condiciones para integrarnos a una coalición, no vamos a rasgarnos las vestiduras ni a rendirnos en los brazos del desespero.
Vamos para adelante, con la moral en alto y con nuestra vista puesta en el horizonte. Esta no es una campaña sencilla y solamente los valientes podremos asumir el desafío. Somos uribistas y como tales no sabemos lo que significa el amilanamiento.