José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
“No se acepta el resultado electoral y se exige un escrutinio voto a voto, de todas las mesas del país, con todas las veedurías de todos los partidos” Esa fue la respuesta de Petro en un debate, cuando todavía iba a debates, antes de las elecciones del 13 de marzo, frente a la pregunta de qué haría si llegara a la conclusión de que hubo fraude.
Después de elecciones, cuando todos pedían reconteo, el presidente citaba a una Comisión especial, el fantasma del fraude minaba la confianza en el proceso y el registrador anunciaba que solicitaría el reconteo al CNE, de un momento a otro, casi todos, sencillamente, se patrasiaron.
Petro el primero, a pocos días de sus declaraciones, de gritar ¡Fraude! y exigir reconteo, cuando tuvo sus tres curules, con sus casi “400 mil voticos” aparecidos de la nada, no solo decidió que el fraude ahora iba a ser el reconteo que ayer exigía, sino que lo convirtió en “golpe de Estado” liderado por Uribe. En una entrevista afirmó que “legalmente no es posible”, sin explicar porque sí lo era ocho días antes, y que “eso estaba en manos de jueces que tomaron decisiones”. Sí, sus jueces amigos de ASONAL judicial, un gremio de izquierda, como FECODE, cuyo presidente apareció en un video rechazando el reconteo y relatando como sus abnegados jueces rescataron los votos del Pacto Histórico. Para quienes no lo sepan, los escrutinios están a cargo de 1.860 comisiones, de las cuales hacen parte dos jueces por cada una, para un total de 3.720 en todo el país.
Así entonces, en la comisión convocada por el Gobierno se patrasió la izquierda, beneficiaria de los “votos aparecidos”, se patrasió el centro-santismo, que juega con “la esperanza” de los colombianos, con el cuento de que su tibio candidato es el único que puede vencer a Petro. Bueno, “la esperanza” es lo último que se pierde, pero detrás de ella se puede perder el país. Otros partidos daban un pasito pa’atrás y otro pa’elante, y solo quedaron de píe, reclamando el conteo con dignidad, el Centro Democrático y el Movimiento de Salvación Nacional, que mostró el “talante” del que hablaba su fundador.
Semejante espectáculo de incoherencia facilitó la patrasiada del registrador, quien hasta el día anterior reconocía irregularidades y aseguraba que solicitaría el reconteo al CNE, pero frente a la patrasiada de la mayoría de los partidos, no le quedó otro camino que desistir.
El Gobierno, por su parte, montó la escena y quedó tranquilo: “no escuché a ningún partido hablar de fraude”, manifestó satisfecho el ministro del Interior, pero en época de cálculos electorales, lo que muchos partidos digan o callen no siempre representa el sentir de la sociedad; y sí, la reunión salió bien, pero la desconfianza quedó sembrada en los colombianos.
El hecho cierto fue la diferencia desbordada entre conteo y escrutinio, que pasó del 0,7% al 7%, para un total de 417.500 errores, o votos aparecidos, nada sospechosos si estuvieran distribuidos entre los partidos, pero muy sospechosos cuando el 94% benefició al Pacto Histórico con cerca de 400.000 votos y tres curules, y “un sobrado” del 6% entre el Partido Liberal y el Nuevo Liberalismo, que no les alcanzó para curul.
La patrasiada en los políticos no es de extrañar, pero jugar con las elecciones es jugar con la democracia, porque la confianza es de cristal y, cuando se rompe, es irreparable. Es entonces, en momentos de confusión, cuando se toman las peores decisiones, y el país enfrentará en las urnas de mayo una en que se juega su futuro.