Por: Nubia Stella Martínez
Directora partido Centro Democrático

Los países que mejor están superando esta terrible crisis de la enfermedad por coronavirus COVID-19, están liderados por mujeres. Mandatarias comprometidas y visionarias, que a través de medidas oportunas e inteligentes, han señalado caminos al resto del mundo: la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, Jacinda Ardner, primera ministro de Nueva Zelanda, Ángela Merkel de Alemania, Katrín Jakobsdóttir Islandia, Sanna Marin -la más joven primera ministro del mundo-, en Finlandia, Mette Frederiksen en Dinamarca y Erna Solberg en Noruega.

Lo hablamos esta semana en un foro sobre rol de las mujeres frente al Covid-19 en América Latina, organizado por el partido Acción Nacional de México con ex ministras y líderes de partidos de siete países.

Creo que en América Latina la influencia de la mujer en el control y manejo de la epidemia puede ser mayor que el de las jefes de estado mencionadas, porque se concentra en la base misma de la sociedad y de las tareas. En nuestro país, por ejemplo, las principales heroínas en estos tiempos son las mujeres que forman parte del talento en salud. En Colombia por cada hombre con formación en salud hay 3.4 mujeres. Si abnegación, su entrega, su sacrificio, su disposición a dar sus propias vidas para salvar las de los demás son nuestra mejor defensa. Y tanto o más importante, el rol de las mujeres cabeza de hogar –cuatro de cada 10 según las últimas estadísticas-. En un país donde 90% de las personas ganan menos de 1.000 dólares al mes, los estragos de la parálisis económica por el confinamiento son mayores que los de la enfermedad. Millones de colombianas están adelantando todas las acciones a su alcance para garantizar la seguridad sanitaria y la supervicencia de sus familias. Y no están solas en su empeño: el gobierno y nuestro partido estamos empeñados en lograr crisis sin hambre. Buscamos el pago parcial del salario de 7 millones de trabajadores durante la crisis. Estamos llevando apoyo económico a 3 millones de familias de ingreso solidario y créditos extraordinarios a trabajadores independientes y mipymes lo cual beneficia a muchas de esas colombianas y a sus hogares. Apoyar a una mujer en Colombia, equivale -en los porcentajes señalados- a apoyar a una familia.

En nuestro país como en el resto del mundo el aporte de las mujeres desde el gobierno ha sido fundamental. El confinamiento total desde el 20 de marzo ha dado resultados muchos de los cuales se relacionan con las mujeres en el gobierno –la Vicepresidente y las ministras que son la mitad del gabinete- que han tenido un rol fundamental en las medidas para proteger la salud y el sector productivo. Son mujeres quienes han manejado la estrategia de educación, transporte, comunicaciones, minas y energía y apoyo humanitario a los colombianos más pobres, entre otros temas capitales.

Las mujeres tenemos un marco de obligaciones y de retos que nos exigen manejar más variables y alternativas que los hombres, lo cual resulta muy útil en situaciones como la actual. Este aislamiento social saca a relucir la gran fortaleza y equilibrio que poseemos: tenemos que ser hijas, madres, esposas, sobrinas, jefes y controlar cada una de las labores que esos roles nos demandan. Que no falte el mercado en casa, estar alerta de la salud tanto física como mental de los niños, de los abuelos; preparar los alimentos, asistir y planear el trabajo desde casa, hacer tareas de colegio, etc. No sé qué sería de este ejercicio sin las virtudes de las mujeres, que somos, sin duda, quienes hemos ayudado a mantener el control y el equilibrio social en estos tiempos sombríos.

Pero no creo que podamos ni debamos atribuir los manejos acertados o sobresalientes de la crisis simplemente a ser mujeres. Las líderes que están salvando a su gente tienen niveles muy altos de educación y gobiernan países con gran capital social, instituciones fuertes y recursos abundantes. Como las dirigentes y las mujeres colombianas cabeza de hogar o del talento en salud, lo han hecho muy bien.

Nadie ni nada volverá a ser igual en el mundo después de esta pandemia. Hoy estamos como estamos porque el mundo subestimó y desatendió la magnitud de las amenazas, porque los gobiernos y el sector privado no realizaron las grandes inversiones que se requerían en investigación y desarrollo de los productos que se necesitaban para enfrentar una pandemia de la dimensiones de la actual. Falla enorme e irreparable que es uno de los mayores y más importantes puntos de reflexión frente a lo sucedido.

Sin duda la crisis sanitaria, económica y social se debe concebir como una oportunidad para que la mujer juegue un rol más importante tanto en lo público como lo privado, pero la responsabilidad de enfrentar y superar esta que es la mayor crisis de nuestras vidas, es de todos. Con valor. Con decisión. Y sin perder de vista esa otra oportunidad que nos ofrece: aprovechar las lecciones que estamos recibiendo para avanzar y crecer, para ser mejores ciudadanos, mejores miembros de la sociedad y personas más responsables con el planeta

FIN