José Félix Lafaurie Rivera

@jflafaurie

 

Frente al momento difícil que vive el país, el título de esta columna sonará optimista para unos y engañoso para otros, más interesados en atacar al presidente y dividir, que en cohesionar la sociedad  contra la pandemia y empezar a trabajar en la construcción de una nueva economía, unas nuevas prioridades, un nuevo país con un mejor Estado.

 

El optimismo surge de una reunión virtual del Consejo Gremial Nacional con el presidente Duque y sus ministros relacionados con los aspectos estratégicos de la crisis, tras la cual la sensación de “parte de tranquilidad” no fue solo mía, sino de todo el Consejo Gremial.

 

Cuando hablo de “parte de tranquilidad” no me refiero a un “tranquilos, que aquí no pasa nada”.  Por el contrario, escuchamos a un presidente realista pero sereno, riguroso en sus análisis, firme en sus decisiones, con respaldo técnico y voluntad de acertar.

 

Fueron claras sus advertencias sobre la gravedad y duración de la crisis, la necesidad de trabajar con el sector privado y la corresponsabilidad de todos. Quedaron claras sus prioridades: Vida y salud, protección de los más vulnerables, preservación del empleo y una estrategia “inteligente” para no frenar la economía y, más bien, ir reactivando sectores prioritarios con estrictos protocolos de bioseguridad.

 

En medio del dolor por la enfermedad y las muertes, al comparar el manejo de la crisis, las cifras de afectados y la oportunidad y contundencia de las decisiones, Colombia y su presidente salen muy bien librados, a nivel mundial y continental.

 

Escuchamos a un ministro de Salud que proyecta seguridad e inspira confianza; informado y comprometido con el papel de su cartera como línea del frente en esta batalla. Los tres millones de testeos en las próximas semanas son definitivos para aplanar más la curva y mejorar la respuesta hospitalaria y de cuidados intensivos.

 

La vicepresidenta mostró liderazgo en garantizar el abastecimiento estratégico y definir protocolos para el “reencendido inteligente” de la economía; y comparto su llamado a prepararnos para una “nueva normalidad”.

 

Quedo en deuda con el tema agropecuario y la gestión del ministro Zea, y resalto el realismo de ministro Carrasquilla, quien  advirtió que el crecimiento será de -2%, y el déficit  crecerá. Aun así, medidas como la capitalización del Fondo de Garantías, la compra de deuda pública y privada por el emisor y la orientación de recursos a la salud, los más vulnerables y el crédito, han sido adecuadas y efectivas. Vendrá la revisión de la Regla Fiscal para permitir una expansión del gasto que ayude a conjurar la crisis, seguida de un duro ajuste de dos años que obligará a rediseñar el papel y el tamaño del Estado.

 

Sentimos compromiso en el presidente y su gobierno; que estamos en la misma barca, no vemos la orilla y la tormenta arrecia, pero tenemos buen timonel.